El pico llegará en la madrugada del 12 al 13 de agosto con hasta un centenar de meteoros por hora sobre el cielo español.
Apenas faltan unos días para que el cielo nocturno ofrezca su función más esperada. La lluvia de estrellas de las Perseidas, popularmente conocida como lágrimas de San Lorenzo, alcanzará su máximo esplendor en la noche del 12 al 13 de agosto. Según ha recordado la NASA, quienes quieran contemplarla desde España –y en general desde todo el hemisferio norte– deberán prepararse como si el calendario marcara pleno invierno: ropa de abrigo, manta e incluso repelente de insectos serán tan imprescindibles como las ganas de sorprenderse.
¿Por qué se produce este espectáculo?
El origen hay que buscarlo en el cometa 109/Swift-Tuttle, un bloque de hielo y roca que recorre su órbita cada 133 años. La Tierra atraviesa los restos de su cola siempre en agosto y, al entrar esos fragmentos en la atmósfera a gran velocidad, se vaporizan y dibujan los destellos que llamamos meteoros. Los más livianos se desintegran a unos 100 kilómetros de altura, mientras que los de mayor densidad pueden resistir algo más antes de extinguirse en un trazo luminoso que parece acariciar el horizonte.
Lo que recomienda la agencia espacial
Para disfrutar del fenómeno al máximo, la NASA insiste en mantener cualquier fuente de luz apagada, incluido el móvil, buscar un lugar alejado de la contaminación lumínica y tumbarse entre la medianoche y el amanecer, cuando el radiante de la constelación de Perseo asoma en lo más alto. También aconseja llegada la hora tener paciencia: los ojos tardan unos veinte minutos en adaptarse a la oscuridad. Con una simple vista desnuda bastará; ni prismáticos ni telescopios mejoran la experiencia, que dependerá mucho más de un cielo despejado y sin Luna que de instrumentos ópticos.
Un plan de verano con sabor a invierno
Resulta paradójico, pero en pleno agosto las temperaturas pueden desplomarse en zonas de sierra o páramos alejados de la ciudad. Por eso la agencia norteamericana insiste en la necesidad de ir bien pertrechado: chaqueta, manta o saco y algo de comida ligera para mantener el calor. Quienes organicen escapadas familiares o con amigos también deberían prever la presencia de mosquitos, un clásico de las acampadas estivales.
Cincuenta, sesenta, cien destellos por hora
Los cálculos más recientes hablan de entre 50 y 100 meteoros cada sesenta minutos en el momento álgido. La cifra varía según la densidad de polvo cometario que intercepte nuestro planeta y de la claridad de la noche. Aun así, las Perseidas ofrecen varias oportunidades: su actividad se extiende desde finales de julio hasta casi la última semana de agosto, de modo que quienes no puedan salir el día grande dispongan de jornadas alternativas, eso sí, con una cadencia más discreta.
Mirar al cielo y, de paso, cuidarlo
Cada año millones de personas alzan la vista y revalidan su asombro ante un fenómeno que, pese a su origen cósmico, recuerda lo frágil que sigue siendo la calidad de nuestros cielos oscuros. La contaminación lumínica borra detalles que antes eran cotidianos; reservar espacios para la observación astronómica se ha convertido, también, en una forma de defensa ambiental. Contemplar las Perseidas no solo invita a formular deseos fugaces, sino a comprometerse con la preservación de un patrimonio que pertenece a todos: la noche estrellada.
Última llamada antes de la función
Quedarse en casa será una tentación para muchos, pero la noche del 12 al 13 de agosto promete un espectáculo difícil de igualar. Bastan una manta, ropa caliente, un termo bien cargado y la disposición a apagar el teléfono para que el universo, desde esa distancia abrumadora, regale un instante de cercanía. El reloj avanza: la cuenta atrás para las lágrimas de San Lorenzo ya está en marcha.