La mejor hora del día para pesarte y evitar sustos innecesarios

Cualquier persona inmersa en un plan para reducir o controlar kilos sabe que el número que aparece en la báscula puede ser tanto un aplauso motivador como un jarro de agua fría. Pesarse a primera hora, con el estómago vacío y el organismo ya reposado tras la digestión nocturna, elimina la mayor parte de los vaivenes provocados por la comida, la bebida y el ejercicio del día anterior. Así, la lectura refleja con más nitidez qué ha ocurrido en nuestro cuerpo y hasta qué punto el esfuerzo comienza a dar frutos.

Salir del dormitorio, pasar por el baño y subirse descalzo a la báscula colocada sobre una superficie firme es todo cuanto se necesita. En ese escenario el estómago está prácticamente vacío, los depósitos de glucógeno se han nivelado durante el sueño y el equilibrio hídrico se acerca a su punto basal. Por eso, los expertos recuerdan que este momento «en ayunas» es el más recomendable para registrar peso con precisión.

Momentos que distorsionan la lectura

Durante el resto del día, cada comida, vaso de agua o sesión de entrenamiento introduce pequeñas variaciones que confunden la fotografía. Pesarse tras una comida copiosa, justo después de entrenar o en mitad de la menstruación, puede añadir o restar varios cientos de gramos que nada dicen sobre grasa, músculo o salud. Incluso la sudoración intensa tras el ejercicio provoca descensos momentáneos ligados a la pérdida de líquidos que se recuperan en cuanto se rehidrata el organismo.

Conservar la regularidad

La constancia también marca la diferencia. Elegir siempre el mismo día de la semana y la misma franja horaria crea una serie histórica homogénea y facilita ver la tendencia real: el peso sube, baja o se mantiene, pero lo hace sin el ruido de las oscilaciones diarias. Guardar la balanza en un lugar fijo, situarla en el suelo duro y repartirse sobre ella con los pies paralelos completa el protocolo mínimo para no fallar en las mediciones. Quien prefiere controlar la evolución en ropa interior o sin ella debe repetir la elección cada vez, porque una camiseta ligera o un pantalón de algodón suman gramos que, de manera inconsciente, distorsionan la gráfica.

Romper con la báscula

Ahora bien, la relación con el peso puede volverse tóxica. Si cada visita a la báscula dispara pensamientos negativos, genera ansiedad o empuja a hábitos poco saludables, conviene alejarse de ella y buscar otras formas de valorar el progreso corporal, como las sensaciones físicas, la fuerza ganada o cómo sienta la ropa. En caso de observar cambios repentinos e inexplicables, la recomendación unánime es acudir al profesional sanitario para descartar problemas y recibir orientación personalizada.

El reloj es un aliado silencioso en la lucha por un peso saludable. Elegir la primera hora del día, como dice este estudio, sumar regularidad y cuidar la propia salud mental permite que ese número, lejos de ser un enemigo, se convierta en una herramienta fiable y amable al servicio del bienestar.

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