Un trabajo de la Universidad de St Andrews, publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, concluye que la leche –entera o desnatada– retiene el agua en el organismo durante más tiempo que la clásica botella de mineral.
El estudio, realizado en St Andrews (Escocia) y difundido recientemente, comparó el comportamiento de distintas bebidas en las horas posteriores a su ingesta con un método tan sencillo como revelador: medir cuánta agua permanecía en el cuerpo y durante cuánto tiempo. El resultado rompe con uno de los dogmas más repetidos en verano. La leche logró un índice de hidratación superior al del agua, a pesar de que llevamos décadas oyendo que debemos beber 2,5 litros diarios para mantener el equilibrio hídrico.
¿Por qué la leche hidrata más?
¿Por qué se comporta así? La clave se encuentra en su propia composición. La presencia natural de azúcares, proteínas y una pequeña fracción de grasa ralentiza el vaciado del estómago. Ese retraso, unido a la abundancia de electrolitos esenciales –sobre todo sodio y potasio–, ayuda a que el líquido quede más tiempo disponible en el torrente sanguíneo antes de ser excretado. Los autores lo describen con estas palabras: «La leche contiene azúcares, proteínas y grasas naturales. Estos nutrientes ralentizan el vaciado gástrico, lo que ayuda al cuerpo a retener líquidos durante más tiempo».
Beneficios prácticos en la vida diaria
En la práctica, esto significa que después de un esfuerzo intenso o en situaciones de deshidratación leve –niños, personas mayores o jornadas calurosas– un vaso de leche puede ofrecer una ventaja sobre el agua simple, al reponer tanto líquido como nutrientes perdidos. La investigación subraya que el agua sigue siendo la elección cotidiana más sencilla y accesible, pero sugiere incluir la leche como opción estratégica cuando el objetivo sea maximizar la retención de fluidos.
Precauciones y alternativas
No obstante, existen matices relevantes. Quienes sufran intolerancia a la lactosa o problemas digestivos deben consultar con un profesional antes de incrementar su consumo. Las bebidas vegetales, si bien resultan un sustituto apto para estos colectivos, no alcanzan el mismo rendimiento hidratante que la leche de vaca debido a una composición de electrolitos y macronutrientes distinta.
En definitiva, este trabajo invita a reconsiderar hábitos arraigados. Beber agua es imprescindible, pero la leche –gracias a su equilibrio de sales, azúcares y proteínas– puede convertirse en aliada inesperada para mantener el cuerpo en su punto de hidratación óptimo cuando el termómetro aprieta.