Cyrtodactylus khlonghatensis agranda la lista de reptiles kársticos y subraya el alto valor biológico del distrito de Khlong Hat.
La madrugada del 3 de septiembre de 2024, un artículo en ZooKeys anunció el hallazgo de una nueva especie de geco de dedos curvados en el este de Tailandia. El estudio, encabezado por el herpetólogo Natee Ampai y codirigido por Attapol Rujirawan, describe cómo un equipo localizó varios ejemplares en las paredes y grietas de una cueva del distrito de Khlong Hat, a unos 240 kilómetros al este de Bangkok, dentro de un conocido punto caliente de biodiversidad. Gracias al análisis genético y morfológico, confirmaron que el reptil, de hábitos nocturnos y aspecto inconfundible, constituía una especie inédita.
Un diseño hecho para la penumbra
Cyrtodactylus khlonghatensis mide algo más de 18 cm. Presenta una cabeza triangular y unos ojos marrones ligeramente saltones que le permiten cazar insectos en la oscuridad. Su cuerpo esbelto, cubierto de pequeñas protuberancias, luce bandas marrones oscuras ribeteadas de blanco que se interrumpen en la nuca con una figura en “U”.
Las fotografías incluidas en el estudio muestran variaciones de color inadmisibles para otras especies próximas, detalle que llamó la atención de la investigadora Siriporn Yodthong cuando revisaba los especímenes.
La vida entre calizas kársticas
Los autores observaron a los gecos activos de noche sobre bloques de piedra, vegetación y muros de la cueva, mientras que de día permanecían inmóviles en zonas sombrías. El microhábitat coincide con otros reptiles adaptados a relieves kársticos, entornos muy fragmentados que generan un mosaico de especies endémicas.
El herpetólogo norteamericano Bryan L. Stuart, coautor del trabajo, destaca que estos macizos “sirven de islas terrestres donde la evolución corre a su propio ritmo”.
ADN y un 5 % de divergencia
El equipo secuenció el gen ND2 mitocondrial y halló un 5 % de divergencia respecto a otros gecos emparentados. Esa distancia genética, sumada a rasgos como la proporción de los dedos, el patrón escamoso y la longitud del hocico, bastó para validar taxonómicamente la especie. Quien desee comparar los rasgos diagnósticos puede consultar la ficha en la Reptile Database.
El epíteto khlonghatensis honra el distrito donde fue descubierto y, por ahora, único lugar conocido para la especie. “Si la presión sobre los bosques secos y las cuevas continúa, podríamos perderla antes de terminar de conocerla”, advierte Korkhwan Termprayoon, especialista en conservación que participó en los muestreos. Desde el laboratorio de Sistemática y Ecología de Anfibios y Reptiles de la Universidad Kasetsart, la profesora Anchalee Aowphol subraya la urgencia de cartografiar otras formaciones calcáreas vecinas, pues podrían albergar poblaciones aún invisibles.
Próximos pasos en la investigación
Además de ampliar el radio de búsqueda, los científicos planean registrar el canto, documentar el ciclo reproductivo y modelizar la distribución potencial de la especie. Los datos ayudarán a proponer su inclusión en listas de protección nacionales y a diseñar corredores biológicos que conecten los islotes kársticos.
Con Cyrtodactylus khlonghatensis, el género alcanza las más de 350 especies descritas, muchas de ellas en el sudeste asiático y a menudo aisladas en afloramientos rocosos. Cada nuevo hallazgo recuerda que, incluso en un mundo cartografiado por satélites, quedan criaturas por nombrar que dependen de rincones tan frágiles como una cueva iluminada apenas por la luna.