El verano de 2025 estrenará tres de los días más breves jamás registrados

Los científicos han confirmado que, en pleno verano boreal de 2025, nuestro planeta girará más rápido de lo habitual. El fenómeno, detectado por los cronometradores oficiales, situará a esas tres jornadas entre las más cortas desde que comenzaron las mediciones de alta precisión en 2020. El día promedio dura 86.400 segundos, pero en las fechas señaladas el registro caerá ligeramente por debajo, un recorte ínfimo para la vida cotidiana y, aun así, significativo para la metrología mundial.

El precedente inmediato se produjo el 5 de julio de 2024, la jornada más breve documentada hasta la fecha, con 1,66 milisegundos menos de lo normal. A partir de aquel episodio, los expertos observaron una tendencia de aceleración que no encaja con los modelos oceánicos y atmosféricos. «Nadie esperaba esto«, admitió Leonid Zotov, especialista en rotación de la Universidad Estatal de Moscú. Su conclusión resulta clara: la explicación debe de encontrarse dentro del propio planeta.

El papel de la Luna y el misterio interno

La Luna también tiene algo que decir. Cuando nuestro satélite se aleja del ecuador terrestre, modifica sutilmente la distribución de fuerzas y contribuye a acelerar la rotación. Sin embargo, esta influencia tampoco justifica por sí sola la magnitud del cambio. El geofísico Duncan Agnew, del Instituto Scripps de Oceanografía, lo resumió así: «Esta es una situación sin precedentes y de gran importancia«.

Ajustes en el reloj mundial: el segundo intercalar negativo

La consecuencia práctica se plantea para 2029. Si la Tierra mantiene el paso actual, los responsables del Tiempo Universal Coordinado podrían verse obligados a introducir por primera vez un «segundo intercalar negativo«, es decir, borrar un segundo del reloj para evitar que la hora oficial se adelante con respecto a la rotación real. No sería un cataclismo, pero sí un ajuste histórico que revelaría, una vez más, lo extraordinario de estos tiempos.


La humanidad ya ha vivido días más cortos. Durante la Edad de Bronce bastaban aproximadamente 23 horas para completar una rotación. Hoy la diferencia es diminuta, milimétrica. Aun así, el hecho de que nuestra época necesite plantearse segundas negativas confirma que el planeta sigue sorprendiéndonos. Y que, por muy constante que parezca el tictac universal, la Tierra nunca deja de moverse.

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