El núcleo interno de la Tierra frena su rotación: la prueba definitiva llega desde California

Un artículo publicado en Nature ha dejado claro qué sucede en lo más profundo del planeta: el núcleo interno, una bola sólida de hierro y níquel del tamaño de la Luna, se está desacelerando y retrocede respecto a la corteza. El quién corresponde al sismólogo John Vidale y a su equipo de la Universidad del Sur de California; el cuándo sitúa el inicio de la frenada alrededor de 2010; el dónde se localiza a unos 4.800 kilómetros bajo nuestros pies, y el porqué apunta a la agitación del núcleo externo líquido y a las fuerzas gravitatorias del manto. El cómo se resuelve con ondas sísmicas: los investigadores han seguido 121 terremotos repetitivos registrados entre 1991 y 2023 cerca de las islas Sandwich del Sur y los ecos de varias pruebas nucleares soviéticas, francesas y estadounidenses para capturar la huella del movimiento interno.

La esfera sólida que late bajo nuestros pies

Situado en el corazón del planeta, el núcleo interno es una masa metálica sometida a presiones y temperaturas extremas. Su naturaleza sólida contrasta con la capa líquida que lo envuelve; esa dualidad permite que las corrientes del hierro fundido generen el campo magnético terrestre. Con un diámetro de unos 2.440 kilómetros, comparable al de la Luna, cada fluctuación en su ritmo puede tener repercusiones que, aunque sutiles, interesan a la geofísica y a la climatología.

El experimento sísmico que desveló el frenazo

Para observar un objeto inaccesible, la única linterna disponible es el eco de los terremotos. Vidale y sus colaboradores elaboraron un catálogo de “terremotos repetidos”, sacudidas gemelas que recorren la misma ruta sísmica y permiten medir con precisión nanométrica los leves cambios de tiempo que provoca la rotación del núcleo interno. Compararon los registros de 1991 a 2023 con las señales de varias detonaciones nucleares subterráneas, un método que reduce errores y ofrece una cronología continua.

De la super-rotación a la sub-rotación

Entre 2003 y 2008 el núcleo interno giró un poco más rápido que la superficie; esa fase se conoce como super-rotación. A partir de 2008 entró en una etapa de sub-rotación que, según el nuevo estudio, persiste hasta 2023. La alternancia apunta a una danza compleja entre la esfera sólida, el núcleo externo líquido y el manto. El hierro fundido del núcleo externo actúa como fluido conductor, mientras que las zonas más densas del manto aportan tirones gravitatorios que frenan o aceleran la maquinaría interior.

¿Se notará en la superficie?

El propio Vidale reconoce que los efectos directos son imperceptible: la duración del día podría variar en fracciones de segundo, matizadas por el vaivén de los océanos y la atmósfera. Sin embargo, descifrar estos ritmos internos ayuda a afinar los modelos que explican cambios de largo plazo en el campo magnético, la dinámica sísmica global e incluso ciertas variaciones climáticas.

La nueva evidencia resuelve un debate de dos décadas y confirma que el interior terrestre no se comporta como un engranaje rígido, sino como un sistema que late, se acelera y se frena. Comprender ese pulso es esencial para anticipar el futuro de nuestro planeta y, en última instancia, para entender cómo un mundo aparentemente sólido mantiene la vida sobre su superficie.

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