El error que casi todos cometemos al despertar y que nos deja cansados todo el día

¿Alguna vez te has despertado antes de tiempo, te has sentido enérgico y, aun así, has pensado: “Me merezco otra hora bajo las sábanas”? A mí me pasa muchos domingos, y confieso que ese “ratito extra” a veces me deja más aturdida que descansada. Hoy hablamos de esa pereza matutina (la inercia del sueño) y, de paso, de la sorpresa que provoca encontrar advertencias sobre glaucoma en los somníferos de venta libre.

¿Por qué la hora extra puede pasarte factura?

Una lectora de 76 años, activa, con una dieta cuidada y rutina de ejercicio, suele despertar tras siete horas de sueño sintiéndose estupenda. Sin embargo, decide volver a la cama para completar la “octava hora”. El problema aparece al levantarse: le cuesta arrancar el día.

Ese malestar tiene nombre propio: inercia del sueño. Se trata de una sensación de aturdimiento que suele aparecer tras siestas largas o después de volver a dormirse cuando el cuerpo ya estaba listo para despertar. El Dr. Roach lo deja claro: si tu organismo se despierta solo y te sientes descansado, lo mejor es levantarte y aprovechar la mañana. Así evitas la inercia y mantienes tu energía. ¿Te haces daño si te quedas una hora más? No, pero probablemente te sentirás algo embotado.

Levántate cuando tu cuerpo lo pida. Esa es la clave. Personalmente, cuando obedezco a mi reloj interno y salgo de la cama a la primera, noto el día más ligero. ¿Lo has probado?

Antihistamínicos y glaucoma: ¿amistad peligrosa?

Otra lectora, de 77 años, camina a diario y solo usa colirios para controlar el glaucoma. Al buscar un somnífero sin receta, se topa con un aviso: “No usar en caso de glaucoma”. La alerta la deja boquiabierta, y no es la única.

Glaucoma de ángulo abierto vs. ángulo cerrado

El glaucoma es una enfermedad del nervio óptico asociada, en la mayoría de los casos, a una presión elevada dentro del ojo. Existen dos grandes tipos: glaucoma de ángulo abierto y glaucoma de ángulo cerrado. Si solo te tratan con gotas, lo más frecuente es que tengas ángulo abierto, y en ese caso los antihistamínicos simples no suelen dar problemas.

En cambio, las personas con glaucoma de ángulo cerrado sí deben extremar las precauciones. Ciertos antihistamínicos, sobre todo los combinados con descongestionantes, pueden provocar el cierre del ángulo, disparar la presión intraocular y poner en peligro la visión.

¿La presión de los senos nasales afecta al ojo?

No. La molestia en la cara por congestión no se transmite al interior del ojo. Cada estructura gestiona sus propios fluidos y presiones. Por eso, despejar la nariz no alivia el riesgo ocular.

Una reflexión para tu próxima decisión

Desde que acompaño a un familiar con glaucoma a sus revisiones, entiendo lo delicado que es equilibrar la presión ocular. Y he aprendido a leer con lupa cada etiqueta antes de comprar un simple remedio para el resfriado.

¿Te has sentido lento tras esa hora extra de sueño? ¿Tomas antihistamínicos y convives con glaucoma? Comparte tu experiencia en los comentarios.

Enlace oficial al estudio: El Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH).

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