La ciencia busca alternativas biológicas al implante de titanio, con investigaciones que podrían permitir que vuelvan a crecer dientes naturales.
La pérdida dental es un problema extendido en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi un 7 % de las personas mayores de 20 años han perdido todos sus dientes, cifra que aumenta al 23 % en mayores de 60 años. Aunque hoy en día los implantes dentales de titanio son el tratamiento habitual, estos tienen limitaciones, como la falta de sensibilidad al masticar y la posible degradación del hueso circundante.
La investigadora Pamela Yelick, de la Universidad de Tufts, trabaja desde hace años en la creación de dientes bioingenierizados. El objetivo final de su investigación es lograr que los dientes perdidos sean reemplazados por otros biológicamente idénticos, que cuenten con sensibilidad y puedan absorber las fuerzas de masticación.
Para crear estos dientes, se necesitan dos tipos específicos de células: células epiteliales dentales, que forman el esmalte, y células mesenquimales dentales, responsables de generar la dentina y la pulpa. Aunque las células mesenquimales pueden obtenerse de dientes adultos, las epiteliales solo existen en niños pequeños, lo que supone un obstáculo significativo.
La solución de Yelick ha sido desarrollar andamios biológicos sobre los cuales sembrar estas células. En su último estudio publicado en 2024, empleó yemas dentales de cerdo desprovistas de células originales, que luego se sembraron con células humanas y porcinas. Tras implantarlas en cerdos, después de varios meses, se formaron estructuras muy parecidas a dientes reales.
Por otro lado, Paul Sharpe explora un método diferente: estimular células adultas para que se comporten como células embrionarias capaces de formar dientes. Sharpe y su equipo identificaron señales químicas clave implicadas en el desarrollo dental natural, intentando replicarlas para inducir la regeneración dental. A pesar de los avances, Sharpe se mantiene cauteloso sobre la capacidad de este método para reproducir completamente la compleja estructura dental.
Un tercer enfoque prometedor proviene de Japón. Investigadores liderados por Katsu Takahashi, cofundador de la empresa Toregem Biopharma, han descubierto una vía genética mediante la inhibición del gen USAG-1, que podría activar el crecimiento dental. Ya en 2024 comenzaron un ensayo clínico de fase I con humanos, con la esperanza de comercializar un fármaco que permita regenerar dientes naturales para 2030.
Pese a los progresos científicos significativos, la realidad es que ningún método ha llegado todavía a las clínicas dentales. La financiación sigue siendo un reto fundamental. Como señala Yelick, aunque los obstáculos técnicos están disminuyendo, la odontología no suele atraer la misma inversión que otras áreas médicas consideradas más vitales.
Con todo, la investigadora se muestra optimista: «Creo que en la próxima década tendremos sustitutos biológicos para los dientes». El tiempo dirá si esta vez la esperanza se convierte en realidad.