Confirmado: no estamos solos; nuestro sistema solar está unido por túneles cósmicos a estrellas remotas

Un análisis europeo confirma la existencia de un conducto de plasma caliente y poco denso que atraviesa la Burbuja Caliente Local y apunta a Centauro, reescribiendo nuestro mapa del vecindario galáctico.

Desde hace apenas unas semanas, un equipo del instituto Max Planck ha desvelado en Astronomy & Astrophysics que nuestro sistema solar se halla inmerso en un escenario mucho más dinámico de lo que se suponía: un canal interestelar de gas a alta temperatura, de baja densidad, se extiende varios centenares de años luz y enlaza con constelaciones distantes. El hallazgo, basado en los datos del telescopio de rayos X eRosita y refrendado por el registro previo de ROSAT, cobra especial relevancia porque modifica la imagen clásica de un entorno plagado de vacío y planetas dispersos y, de paso, refuerza la idea de que las explosiones de supernova moldean auténticas autopistas de materia por la Vía Láctea.

La Burbuja Caliente Local, nuestro insólito hogar

Durante décadas se ha sabido que el Sol navega dentro de la Burbuja Caliente Local, una cavidad de gas rarefacto que abarca cerca de 300 años luz. Ese caparazón nació tras varias supernovas que calentaron y barrieron el material interestelar, dejando un plasma tenuemente iluminado.

El estudio añade ahora un matiz inesperado: existen variaciones de temperatura norte sur en las latitudes altas, revelando que la LHB es menos homogénea de lo previsto y que nuestro sistema solar penetró en ella hace sólo unos pocos millones de años.

El ojo de eRosita

Para reconstruir el entorno, los investigadores recurrieron a eRosita, el observatorio de rayos X que vuela a bordo de la misión Spectrum Roentgen Gamma. Su sensibilidad permitió cartografiar filamentos de gas hasta entonces invisibles y contrastarlos con la visión histórica de ROSAT. El cruce de catálogos desveló un corredor luminoso que apunta a la constelación de Centauro y un segundo brazo orientado hacia Canis Major, insinuando que no se trata de una estructura aislada, sino de una red tridimensional de túneles que conecta diversas superburbujas.

El mapa tridimensional elaborado con los datos de eRosita muestra gradientes de densidad y temperatura que se encadenan como piezas de un mosaico. Estos pasillos podrían formarse bajo la acción combinada de los vientos de estrellas jóvenes y las ondas de choque de antiguas supernovas, configurando un circuito de materia caliente que atraviesa varias regiones de formación estelar.

Por qué es importante

Confirmar la existencia de estos corredores desafía la noción popular de que el espacio está vacío y otorga una nueva dimensión a los modelos de evolución galáctica. Implica, además, que los rayos cósmicos y los campos magnéticos encuentran rutas preferentes para propagarse, algo decisivo para comprender la distribución de la radiación que llega a la Tierra y, en última instancia, el clima espacial que afecta a nuestras tecnologías.

Con la llegada de futuros sondeos a energías más bajas, el equipo espera determinar la extensión exacta de estos túneles y averiguar si formamos parte de una red todavía mayor, capaz de conectar sistemas estelares separados por miles de billones de kilómetros.

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