Científicos confirman un peligro mortal en la Luna: “Los humanos no resistimos estos niveles de radiación”

La agencia teme que los aterrizajes y la actividad humana levanten polvo y vapores capaces de formar bolsas de gas temporales que perjudiquen la exploración y contaminen las muestras más valiosas.


En plena cuenta atrás para que los primeros equipos de Artemisa vuelvan a pisar el satélite, la NASA ha puesto sobre la mesa un problema poco intuitivo: las propias misiones podrían fabricar micro‑atmósferas peligrosas. ¿Qué ocurre, quién lo señala, cuándo y dónde? Las maniobras de alunizaje, la minería y las salidas extravehiculares previstas para finales de esta década podrían liberar enormes nubes de polvo y gases sobre la superficie lunar, según alertan científicos del Centro Goddard liderados por la planetóloga Rosemary Killen.

La exosfera, ese velo frágil

La Luna solo posee una exosfera residual: unas cuantas moléculas por centímetro cúbico que apenas interactúan. Añadir combustible quemado, vapor de agua o regolito en suspensión puede triplicar localmente esa densidad durante minutos u horas y desplazarse kilómetros antes de congelarse en los cráteres sombríos.

“Lo que nos preocupa es el polvo”

Killen lo resume sin rodeos: «Nos inquieta que el polvo levantado por los exploradores se acumule y se mantenga en el aire». El regolito, afilado como vidrio, puede rayar visores, obturar juntas y dañar pulmones si penetra en un módulo presurizado.

Riesgos para la salud… con matices

Un trabajo publicado este 17 de junio por la Universidad Tecnológica de Sídney aporta calma parcial: el regolito simulado resultó menos tóxico para las células pulmonares que el humo de tráfico urbano, aunque sigue actuando como irritante mecánico. En otras palabras, no provocaría silicosis, pero sí estornudos, inflamación aguda y posible pérdida de eficacia de filtros y radiadores.

Vapor de agua, el contaminante silencioso

Cada bocanada de aire de un astronauta, fuga de conducto o descarga de refrigerante añade moléculas de H₂O y CO₂ que pueden terminar congeladas en los “cráteres trampa” polares, confundiendo las firmas químicas que los investigadores usan para reconstruir la historia del hielo lunar.

Aterrizajes violentos y plumas de cohete

Los módulos de gran porte —incluidas las versiones lunares de Starship— depositarán varias decenas de toneladas sobre chorros supersónicos. Simulaciones internas muestran que unos pocos segundos de empuje bastan para lanzar partículas a 100 kilómetros de distancia, con riesgos para otros vehículos y estaciones científicas.

Salvaguardar los “tesoros congelados”

Algunos cráteres polares podrían llevar miles de millones de años intactos. Para preservarlos, el informe “Moon: Handle With Care” propone zonas de exclusión temporal, aterrizajes suaves y campañas de medición previas que establezcan una “línea base” del entorno antes de alterarlo.

¿Explorar o esperar?

La NASA defiende un modelo de “ciencia primero, explotación después”. Ello implica programar las primeras misiones como estudios de impacto medioambiental en tiempo real: sensores de gas, estaciones meteorológicas y cámaras de polvo rodeando cada punto de descenso. Las lecciones extraídas marcarán la pauta para la minería y la construcción de bases permanentes en la década de 2030.

Lo que se juega

  • Si el polvo se descontrola, puede acortar la vida útil de trajes, paneles y rovers.
  • Si el agua que llevamos se congela en los polos, diluye la señal isotópica que revela de dónde procede el hielo antiguo.
  • Y si confundimos el “aire” lunar con el que generamos, perderemos la oportunidad de entender la interacción Sol‑Luna y de calibrar instrumentos para Mercurio o asteroides.

Un equilibrio delicado

Explorar no implica arrasar. El éxito de Artemisa dependerá de conjugar un alunizaje espectacular con la finura de un laboratorio limpio. Cada despegue y cada perforación deben planificarse para que la atmósfera fugaz que generemos no empañe los descubrimientos que buscamos. Solo así —con reglas claras y tecnología cuidadosa— la Luna se convertirá en la antesala segura hacia Marte, y no en el primer ejemplo de contaminación extraplanetaria.

Este hallazgo está resumido en la web oficial de la NASA en la sección dedicada a la exosfera lunar: The Moon’s Atmosphere — NASA Science. Además, el informe técnico “Temporary Atmospheres Produced By Human Activities on the Moon” puede consultarse en el servidor de la NASA Technical Reports Server: NTRS 20240014015 — Temporary Atmospheres Produced By Human Activities on the Moon.

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