Científicos confirman que estos mamíferos marinos jamás podrán volver a caminar sobre tierra firme

Un estudio recién publicado en Proceedings of the Royal Society B concluye que estos cetáceos han cruzado el punto de no retorno evolutivo, quedando irremediablemente ligados al océano.

La investigación, liderada por la bióloga brasileña Bruna Farina (Universidad de Friburgo) y fechada en mayo de 2025, analizó más de 5.600 especies de mamíferos para reconstruir su trayectoria adaptativa. El trabajo demuestra que, una vez que los delfines y las orcas completaron la transición al agua, cualquier posibilidad de re‑evolucionar rasgos terrestres desapareció. El equipo compara este “camino sin retorno” con la ley de Dollo, que postula la irreversibilidad de cambios complejos.

De los ríos del Eoceno al mar abierto

Hace unos 50 millones de años los ancestros de los cetáceos, mamíferos similares a pequeños ungulados, empezaron a sumergirse en las cálidas cuencas del antiguo océano Tetis.

A lo largo de varios millones de años sus extremidades posteriores se redujeron, las delanteras se convirtieron en aletas y los orificios nasales migraron hasta la cúspide del cráneo, formando el espiráculo que hoy identifica a ballenas y delfines.

Adaptaciones que atan al agua

El estudio detalla que estos animales presentan cuerpos hidrodinámicos, colas caudales musculosas y un incremento del tamaño corporal que favorece la retención de calor en aguas frías, rasgo coherente con la conocida regla de Bergmann.

Sus pulmones, su sistema sanguíneo y hasta la composición de sus huesos se han optimizado para bucear a gran profundidad y resistir cambios bruscos de presión. Una anatomía tan especializada hace inviable soportar la gravedad fuera del mar: la musculatura de sostén se ha atrofiado y el esqueleto se ha aligerado.

El precio de la especialización

Ser campeón en un solo escenario conlleva riesgos. La vida marina exige un delicado equilibrio térmico y sensorial; cualquier alteración puede tener efectos letales. Los autores alertan de que la rápida acidificación, la contaminación acústica y la sobrepesca erosionan las bases ecológicas de estos depredadores.

Su dependencia de la ecolocalización, por ejemplo, se ve comprometida por el tráfico marítimo y los sonares militares. Al no disponer de una “vía de escape” terrestre, su resiliencia frente al cambio climático es mucho menor que la de mamíferos semiacuáticos.

Proteger un futuro que solo puede ser azul

Frente a esta vulnerabilidad, Farina y sus colegas reclaman reservas marinas ampliadas, controles estrictos de vertidos y límites al ruido submarino. Medidas así podrían mitigar los impactos mientras la ciencia profundiza en los factores genéticos que fijaron su dependencia absoluta del océano. El estudio recuerda que conservar a orcas y delfines no es solo proteger iconos carismáticos, sino preservar la salud de los ecosistemas que encabezan.

El trabajo confirma una realidad tan fascinante como inapelable: las orcas y los delfines se aventuraron al mar y allí quedaron. Su éxito evolutivo los convirtió en reyes de los océanos, pero también les cerró la puerta a la tierra firme. En un planeta que cambia a gran velocidad, su destino dependerá de nuestra capacidad para cuidar el único hogar que todavía comparten con nosotros: el mar.

El estudio principal se publicó el 12 de julio de 2023 en la revista científica Proceedings of the Royal Society B y sus autores principales son Bruna M. Farina y Daniele Silvestro.

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