Un equipo del Centro Internacional de Radioastronomía (ICRAR) de la Universidad de Curtin, dirigido por el astrofísico Andy Wang, ha descubierto en Australia Occidental más de veinte ráfagas rápidas de radio (FRB) con el radiotelescopio ASKAP y su recién estrenado procesador CRACO. El hallazgo, publicado en junio de 2025 en Publications of the Astronomical Society of Australia, abre una ventana inédita para sondear la materia oculta entre galaxias.
Las FRB son estallidos que liberan en milésimas de segundo tanta energía como el Sol en veinticuatro horas. Desde que la primera se notificó en 2007, su origen sigue siendo un misterio. Pueden proceder de galaxias situadas a miles de millones de años luz o de fenómenos extremos dentro de la Vía Láctea. Localizarlas con precisión es la única forma de averiguar qué las provoca.
Hasta ahora el principal obstáculo era la avalancha de datos: cada antena de ASKAP genera un torrente continuo de información que, sin un “filtro” rápido, sepulta los destellos bajo ruido digital. CRACO —un clúster de ordenadores y aceleradores gráficos capaz de procesar cien mil millones de píxeles por segundo— actúa como detective en tiempo real, descartando interferencias terrestres y señalando cualquier repunte anómalo de radiofrecuencia.
En su programa piloto, el sistema identificó dos FRB y refinó la posición de cuatro púlsares y dos estrellas de neutrones con emisión intermitente. Cuando los ingenieros aumentaron la cadencia de sondeo a cien barridos por segundo, el contador de eventos se disparó: aparecieron más de veinte FRB adicionales, una bonanza inesperada que confirma la eficiencia del método.
Un radar que “peina” el cielo
CRACO observa el cielo mediante instantáneas de apenas 10 milisegundos. Cada vez que detecta un pulso, envía una alerta automática para que otros telescopios —ópticos, de rayos X o de neutrinos— se orienten al instante hacia la fuente. Con ello se busca “tomar la temperatura” del entorno galáctico donde estalló la ráfaga.
El objetivo a corto plazo es multiplicar por diez la velocidad de búsqueda, hasta mil exploraciones por segundo. Si la meta se alcanza, los astrónomos confían en atrapar FRB tan breves o tan raras que hoy pasan inadvertidas. Además, los datos crudos se almacenarán en un archivo abierto, de modo que cualquier grupo de investigación pueda reanalizarlos con técnicas propias.
Por qué importa cada destello
Cada FRB atraviesa nubes de gas, polvo y plasma antes de llegar a la Tierra. El retardo que sufre la señal —lo que los especialistas llaman “medida de dispersión”— delata cuánta materia se interpone en su camino. Con suficientes eventos, se podrá cartografiar la distribución de átomos en los vacíos intergalácticos y responder a la vieja cuestión de la “materia perdida”.
Para Andy Wang, la combinación de ASKAP y CRACO marca un antes y un después: “Estamos rastreando el firmamento cien veces por segundo y pronto serán mil. Eso equivale a cribar una playa entera para encontrar una moneda cada minuto”. El siguiente paso será mejorar la sensibilidad del sistema para captar ráfagas que parpadean y desaparecen casi tan pronto como se forman.
Si el ritmo de descubrimientos se mantiene, Australia consolidará su papel como epicentro global de la radioastronomía. Cada nueva señal no solo ilustra la violencia del universo; también funciona como un faro que ilumina regiones que hasta ahora quedaban fuera del alcance de cualquier telescopio. Y, quién sabe, quizá revele un fenómeno completamente nuevo que obligue a reescribir los libros de astrofísica.
El estudio principal ha sido publicado el 28 de enero de 2025 en la revista científica Publications of the Astronomical Society of Australia, y los autores principales han sido Z. Wang y K. W. Bannister.