Científicos revelan las defensas químicas que activan las plantas al ser podadas, aunque carezcan de cerebro y nervios.
¿Alguna vez has pensado si un rosal sufre cuando lo podas? Confieso que yo también me hice esa pregunta la primera vez que corté mis propias plantas. Esa punzada de culpa (muy humana) me llevó a investigar qué dice la ciencia sobre el supuesto dolor vegetal. Lo que descubrí me dejó más tranquila… y bastante fascinada.
¿Por qué los animales sienten dolor y las plantas no?
Para que un ser vivo experimente dolor necesita, antes que nada, nociceptores y un sistema nervioso central que procese esas señales. Sin esos circuitos, no hay forma de transformar un daño físico en esa experiencia sensorial y emocional que conocemos tan bien. Las plantas carecen de ambas estructuras: no tienen cerebro, médula espinal ni redes neuronales comparables a las de los animales. Por eso la ciencia es clara: no sienten dolor como nosotros.
Las sorprendentes reacciones de las plantas ante una agresión
Que no sientan dolor no significa que permanezcan indiferentes. Cuando una oruga devora una hoja, muchas especies liberan compuestos volátiles que ahuyentan al intruso o atraen a su depredador natural. Si una rama se quiebra, la planta “cicatriza” activando hormonas y proteínas reparadoras. Son respuestas químicas y eléctricas altamente eficientes, pero no implican sufrimiento.
Neurobiología vegetal: así coordinan su “inteligencia” natural
Este campo de estudio, la neurobiología vegetal investiga cómo las plantas detectan luz, gravedad, toques y heridas para ajustar su comportamiento. El objetivo no es humanizarlas, sino entender la compleja red de señales internas que les permite sobrevivir sin un cerebro.
Entonces, ¿debo sentir culpa al podar?
Personalmente, cortar mis geranios ya no me provoca ese remordimiento inicial. Ahora sé que estoy lejos de infligir dolor; simplemente interrumpo procesos celulares que la planta reequilibra con maestría.
¿Y tú? ¿Te sorprende la forma en que las plantas se defienden sin sufrir? Cuéntame tu experiencia en los comentarios y comparte este artículo con quien aún dude de la “sensibilidad” vegetal.