Arqueólogos desentierran un complejo funerario de élite de la Edad de Bronce

El hallazgo, obra de la Universidad Nacional Eurasia, destapa en Kyrykungir (Toktamys) un monumento funerario de planta perfecta de 13 m por lado y apenas 3 m de altura que no se parecía a nada documentado hasta ahora en Asia Central.

La arqueología de las grandes llanuras euroasiáticas acaba de sumar una sorpresa mayúscula. Un equipo de la Universidad Nacional Eurasia L. N. Gumilyov, dirigido por el profesor Ulan U. Umitkaliyev, ha exhumado en el yacimiento de Kyrykungir, junto a la aldea de Toktamys (este de Kazajistán), una pirámide escalonada de planta hexagonal erigida hace unos 3.800 años. Aunque su altura actual no supera los diez pies (3 m), su trazado geométrico seis caras de 13 m unidas por ocho hileras de bloques megalíticos apunta a un proyecto arquitectónico insólito en la estepa.

Un laberinto de piedra que conduce a la élite

Las primeras prospecciones comenzaron en 2014, pero no ha sido hasta esta campaña cuando los investigadores han podido seguir el pasillo laberíntico que guía al visitante hasta una cámara funeraria central.

El conjunto, parcialmente cubierto por un túmulo de tierra en origen, sugiere que la estructura sirvió de tumba a un personaje de alto rango de la Edad del Bronce temprana.

Pistas de un ritual ecuestre

En las estancias y corredores aparecieron huesos de caballo, cerámicas finas y pendientes de oro; objetos que reflejan tanto el estatus del difunto como el ascendiente simbólico del caballo en las sociedades de la estepa. Los análisis vinculan el enclave con la cultura Andronovo (ca. 2000‑900 a. C.), célebre por la domesticación del caballo y por extender redes de intercambio de metales a larga distancia.

El hexágono perfecto y la aparente orientación del monumento refuerzan la hipótesis de que la obra combinó arte, poder y astronomía. En palabras de Umitkaliyev, «la pirámide esteparia está construida con gran precisión»; cada cara replica la anterior con diferencias mínimas de alineación.

Más que un túmulo aislado

Las huellas halladas en Kyrykungir encajan con un tapiz de enclaves funerarios repartidos entre Afganistán y el Caspio. El culto comunal y los banquetes de despedida corroborados por la cerámica indican prácticas de cohesión social que traspasaban fronteras tribales.

Para los especialistas, la pirámide kazaja se convierte en un laboratorio donde explorar cómo las poblaciones nómadas materializaron su jerarquía sin renunciar a la movilidad. El equipo planea ahora comparar el diseño con otros complejos monumentales de la región para descifrar alianzas y trayectorias culturales que, hace casi cuatro milenios, ya cruzaban la estepa como autovías de ideas, lenguas y tecnologías.

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