¿Te has visto alguna vez frente al pasillo de los frutos secos, dudando entre ese puñado de almendras que siempre llevas en el bolso y los pistachos que brillan con su verde tentador? A mí me pasa a menudo. Durante años he recurrido a las almendras como comodín de proteínas y fibra, pero últimamente los pistachos me guiñan un ojo. ¿Son tan distintos como creemos?
Proteínas: un empate delicioso
Aquí llega la primera sorpresa: en una ración típica de 28 gramos —lo que cabe en la palma de la mano— ambos frutos secos te regalan 6 g de proteínas. El dato lo recordaba la dietista Natalie Rizzo, quien sitúa tanto a almendras como a pistachos en la élite proteica del mundo vegetal.
Así que, si tu objetivo es alcanzar esos 20 − 40 g de proteínas por comida, cualquiera de los dos encaja como tentempié.
Fibra: ligera ventaja para la almendra
La fibra es esa aliada silenciosa que mima nuestra microbiota y nos mantiene saciados. En este capítulo las almendras se adelantan por un pelo: 4 g frente a los 3 g de los pistachos. Si persigues un objetivo concreto de fibra diaria, quizá te inclines por ellas.
Pero la diferencia es tan pequeña que no justifica el destierro del pistacho.
Vitaminas y antioxidantes: colores que cuentan historias
Me fascina cómo el color de cada fruto seco habla de sus nutrientes. El tostado suave de la almendra delata casi la mitad de la dosis diaria de vitamina E en esos 28 g, además de un buen chorro de magnesio que ayuda a dormir mejor y a controlar la glucosa.
En cambio, el verde vibrante del pistacho proviene de la luteína y la zeaxantina, compuestos antiinflamatorios que miman ojos y cerebro. Añade vitaminas del grupo B, melatonina y triptófano, y entenderás por qué muchos los buscan cuando quieren conciliar el sueño de forma natural.
¿Y las calorías y las grasas?
Otra coincidencia casi milimétrica: 160 calorías y 14 g de grasas para la almendra; 162 calorías y 13 g de grasas para el pistacho.
Diferencias mínimas que confirman que ninguno es “más engordante” que el otro.
¿Con cuál me quedo entonces?
Confieso que voy por rachas. Cuando persigo un plus de fibra tiro de almendras; cuando necesito variedad y antioxidantes verdes, abro la bolsa de pistachos. Rizzo, de hecho, prefiere los pistachos en dietas de pérdida de peso: al ser más pequeños puedes comer más unidades dentro de la misma ración, y esa sensación psicológica de abundancia a veces marca la diferencia.
Eso sí, vigila la sal. Las versiones saladas pueden arrastrarte a tomar más sodio (y más cantidad) de la que pretendías.
Mezclar es ganar: mi reflexión final
Personalmente, la revelación más sorprendente fue descubrir que no hay un vencedor absoluto. La verdadera estrategia está en la diversidad: combinar frutos secos para cosechar lo mejor de cada uno. Como dijo Rizzo: «Básicamente, si comes una variedad de frutos secos, obtendrás una variedad de micronutrientes».
¿Te animas a alternar almendras y pistachos en tu próxima ensalada, avena o batido? Cuéntame en los comentarios cuál de los dos roba tu corazón crujiente hoy y por qué. ¡Tu experiencia puede inspirar a otros lectores!
El estudio principal con el cual he redactado esta noticia ha sido publicado en FoodData Central.