El genetista de Harvard detalla en el pódcast «Moonshots» cómo su laboratorio ha rejuvenecido ratones y monos verdes mediante reprogramación epigenética, primer paso para aplicar la técnica en pacientes con glaucoma y otras enfermedades relacionadas con la edad.
La medicina antienvejecimiento acaba de dar un salto que pocos habrían imaginado posible hace apenas una década. David A. Sinclair, profesor titular de genética en la Harvard Medical School, asegura que su equipo ha logrado revertir el envejecimiento en ratones y monos verdes y que los primeros ensayos en humanos arrancarán en enero de 2026. Lo dijo en una entrevista con el empresario Peter H. Diamandis para el pódcast «Moonshots», donde desgranó los detalles de una estrategia que aspira a transformar la prevención y el tratamiento de las enfermedades ligadas a la edad.
Factores de Yamanaka: la clave para rejuvenecer células
Sinclair explicó que el avance se basa en la activación controlada de los factores de Yamanaka, un pequeño grupo de genes embrionarios capaces de regresar el reloj epigenético de las células adultas. “Hemos descubierto cómo reiniciar el epigenoma de manera segura, sin tener que volver a nacer”, subrayó el investigador, quien recuerda que el deterioro con los años no se debe solo al desgaste de los tejidos, sino a la pérdida de información sobre cómo deben funcionar. Esa pérdida –añadió– se acumula como ruido en los circuitos biológicos y desemboca en el fenotipo que llamamos vejez.
Éxito en ratones y monos, esperanza para humanos
Los resultados en animales han sido tan sorprendentes como inmediatos. En ratones, cuatro semanas de tratamiento redujeron la edad biológica y llegaron a duplicar la longevidad media (un 101 % más que los controles). En los monos verdes, la misma técnica rejuveneció el nervio óptico dañado y recuperó la visión en modelos de glaucoma. “Puedes mapear si el nervio óptico rejuvenece, y los datos muestran que la edad retrocede”, afirmó Sinclair, quien insiste en que el procedimiento no es ciencia ficción: “Lo hacemos en mi laboratorio de manera rutinaria”.
Primeros ensayos clínicos en ojos
El salto a la clínica empezará por el ojo, un órgano accesible que permite medir con precisión la respuesta al tratamiento. El protocolo prevé una única inyección ocular seguida de doxiciclina, fármaco que activa de forma transitoria los genes rejuvenecedores. Si la terapia demuestra seguridad y eficacia, el equipo la ampliará a patologías neurodegenerativas como el Alzheimer o la esclerosis lateral amiotrófica, e incluso a tratamientos sistémicos orientados a todo el cuerpo.
Inteligencia artificial para acelerar la terapia génica
El laboratorio ya trabaja para sortear el principal escollo de la terapia génica clásica: el precio y la logística de los vectores virales. Con ese objetivo, ha incorporado inteligencia artificial y robótica capaces de analizar millones de compuestos y predecir cuáles pueden desencadenar los mismos cambios con una simple pastilla oral. “La inteligencia artificial nos permite hacer en meses lo que antes tomaba miles de años”, resumió Sinclair, quien imagina un futuro en el que bastará un tratamiento corto de cuatro semanas para rejuvenecer los tejidos de cualquier paciente.
El impacto económico de una vida más larga
Las implicaciones económicas resultan difíciles de exagerar. Un solo año adicional de vida saludable podría suponer billones de dólares para la economía estadounidense, de acuerdo con estudios de Harvard, la London School of Business y Oxford citados por el genetista australiano.
Prolongar la vida laboral y reducir la carga de dependencia –puso como ejemplo a su padre, que a los 80 años sigue activo– aliviaría los sistemas sanitarios y aumentaría la productividad global.
Retos de financiación e investigación
Sin embargo, el camino no está exento de obstáculos. Sinclair denunció los recortes de financiación pública y el estigma que todavía pesa sobre la investigación del envejecimiento. Aunque el interés privado ha crecido –con apoyo de figuras como Jeff Bezos, Brian Armstrong o Sam Altman–, el científico teme que la falta de recursos ralentice un avance que podría beneficiar a millones de personas. “Nuestro objetivo es que estas terapias sean accesibles para todos, no solo para unos pocos”, afirmó.
Vivir hasta los 150 años, cada vez más cerca
Mirando al futuro, Sinclair lanzó un mensaje tan ambicioso como provocador: “Creo que la primera persona que vivirá 150 años ya ha nacido”. Para que esa predicción se cumpla, insiste en dos requisitos: mantener hábitos que preserven la salud y sostener la inversión en la ciencia que lo haga posible.
Porque, según concluye, la longevidad del mañana dependerá de la capacidad colectiva para derribar barreras regulatorias y garantizar un acceso equitativo a la biotecnología.