La intrigante señal apareció en los datos del radiotelescopio ASKAP, en Australia, y pronto atrajo la atención de la Dra. Manisha Caleb, de la Universidad de Sídney. A primera vista parecía un púlsar cualquiera, pero su ritmo anómalo hizo saltar todas las alarmas: la fuente, bautizada ASKAP J1839-0756, tardaba más de seis horas en completar cada rotación, un periodo excesivamente largo para seguir brillando en radiofrecuencias. Sin embargo, allí estaba, emitiendo con una regularidad que no debería ser posible según los modelos aceptados. Gira una vez cada 6,45 horas, emite dos destellos de radio distintos y desafía la teoría que explica la muerte de las estrellas de neutrones.
Un púlsar que desafía el frenado clásico
La mayoría de los púlsares nacen tras una supernova. El núcleo colapsado de la estrella masiva se convierte en una estrella de neutrones, un objeto tan compacto que una cucharadita de su materia pesaría más que una cordillera terrestre. Con el tiempo su giro se frena y, al caer por debajo de cierto umbral, el haz de radio desaparece. ASKAP J1839-0756 rompe esa regla: a pesar de su lento giro, mantiene una señal potente y repetitiva.
El enigma del doble pulso
El análisis detallado reveló un segundo desafío teórico. En lugar de un único fogonazo por vuelta, la estrella ofrece dos pulsos independientes, como si ambos polos magnéticos apuntasen hacia la Tierra en momentos distintos. Ese comportamiento es habitual en los magnetares, las estrellas de neutrones con campos magnéticos extremos capaces de producir energía incluso cuando rotan despacio; pero ni siquiera los magnetares explican del todo esta cadencia doble.
Retos para la teoría estándar
«Según lo que sabemos sobre las estrellas de neutrones, ASKAP J1839-0756 ni siquiera debería existir», resume la Dra. Caleb. Su comentario refleja la magnitud del problema: las teorías clásicas afirman que, al envejecer, estos objetos cruzan un límite más allá del cual se apagan en radio. La nueva fuente se niega a obedecer.
Variaciones de brillo fuera de toda norma
El misterio crece porque la intensidad de sus destellos varía de forma brusca. A veces el objeto aparece como una lámpara estable; otras, se atenúa en cuestión de minutos, imitando el giro intermitente de un faro cósmico. Ese patrón obliga a replantear cómo se distribuye y se retuerce el campo magnético en estos cuerpos densos.
¿Enana blanca o estrella de neutrones?
Algunas hipótesis barajan que la fuente sea, en realidad, una enana blanca con una configuración magnética inusual, capaz de imitar un púlsar. No obstante, la falta de pruebas sólidas mantiene la interpretación estándar, la estrella de neutrones, sobre terreno más firme.
El hallazgo impulsa ahora una búsqueda sistemática de objetos semejantes. Si surgen más ejemplos de púlsares «de combustión lenta», los astrónomos dispondrán de nuevas pistas para ajustar sus ecuaciones y comprender mejor la física extrema que rige los remanentes estelares. Por el momento, ASKAP J1839-0756 recuerda que el Universo todavía guarda sorpresas capaces de alterar nuestras certezas más básicas.