El misterio sobre cuándo y cómo comenzó la vida compleja acaba de dar un paso decisivo. Un equipo internacional liderado por la geobióloga Emmanuelle Javaux ha identificado, en microfósiles de Australia y del Ártico canadiense, las primeras evidencias directas de fotosíntesis productora de oxígeno: membranas tilacoides (bacterias)datadas en 1.750 millones de años. El descubrimiento, publicado en Nature, agranda en unos 1.200 millones de años el registro fósil indiscutible de este proceso vital, responsable de convertir la luz, el agua y el dióxido de carbono en energía y oxígeno, y de desencadenar el Gran Evento de Oxigenación que transformó la atmósfera.
Los fósiles más antiguos de tilacoides (bacterias)
Hasta ahora solo se habían documentado tilacoides en fósiles relativamente recientes, entre 150 y 550 millones de años. Los nuevos ejemplares, recuperados en la Formación McDermott (Australia) y en la Formación Grassy Bay (Canadá), demuestran que las cianobacterias ya empleaban un mecanismo fotosintético tan complejo como el actual muchísimo antes de lo que se pensaba. Para exponer esas estructuras, del grosor aproximado de un cabello humano, los investigadores incrustaron los fósiles en resina, los cortaron en láminas ultrafinas y los observaron con un microscopio electrónico, técnica que evita que la intensa compresión geológica borre sus delicados detalles.
Implicaciones para la evolución y la astrobiología
La relevancia del hallazgo va más allá de la reconstrucción del pasado terrestre. Según Javaux, comprender la evolución temprana de la fotosíntesis oxigenada ayuda a explicar la posterior aparición de formas de vida cada vez más complejas. El bioquímico Robert Blankenship añade que este conocimiento abre la puerta a buscar señales biológicas similares en exoplanetas cuyo espectro estelar difiera del solar, un objetivo clave de futuras misiones de la NASA.
Interrogantes pendientes
Aun así, persisten interrogantes. No se sabe con certeza si la fotosíntesis oxigenada precedió, coincidió o siguió al Gran Evento de Oxigenación. Es posible que surgiera antes, pero que el oxígeno tardara millones de años en acumularse en la atmósfera. Javaux confía en que estudios igual de minuciosos de microfósiles aún más antiguos, quizá ocultos en rocas poco alteradas, permitan fechar con precisión la revolución fotosintética que hizo posible la vida tal y como la conocemos.
Porque aquellas diminutas bacterias, invisibles a simple vista y olvidadas durante eones, fueron las auténticas arquitectas del aire que respiramos. Sin su sofisticada maquinaria luminosa, nuestro planeta sería muy distinto: un mundo sin océanos oxigenados, sin plantas, sin animales, sin nosotros.