Cinco microhábitos avalados por la neurociencia para aprender más rápido y recordar mejor

Pocas ventajas resultan tan decisivas como recordar lo aprendido y convertirlo en acción. Diversas investigaciones publicadas en revistas de referencia describen cinco intervenciones brevísimas que, aplicadas de forma sistemática, mejoran la memoria a corto y largo plazo, aceleran la adquisición de nuevas habilidades y fortalecen la atención. Todo ello puede practicarse en cualquier lugar, sin equipamiento y en cuestión de minutos.

Decirlo en voz alta

La primera recomendación es decir en voz alta aquello que se desea retener. Al pronunciar un nombre o un dato tres o cuatro veces, la información deja de ser un simple pensamiento para transformarse en un estímulo auditivo que la corteza cerebral destaca frente al resto, incrementando su huella amnésica.

A continuación conviene repetir mentalmente la idea durante cuarenta segundos. Este breve ensayo activa la consolidación de la memoria, proceso que convierte un recuerdo frágil en uno estable. Un estudio del Journal of Neuroscience mostró que ensayar de ese modo eleva la probabilidad de evocarlo incluso dos semanas después.

Hacer una predicción

El tercer paso consiste en hacer una predicción consciente: “¿Recordaré esto mañana?”. Cuestionarse suavemente activa el hipocampo y, tal como señaló una investigación del Canadian Journal of Experimental Psychology, puede incrementar el recuerdo hasta en un cincuenta por ciento, sobre todo cuando se trata de tareas o compromisos futuros.

Desconectar durante dos minutos

Seguidamente, resulta útil desconectar durante dos minutos con los ojos cerrados. Lo que los psicólogos llaman “descanso de vigilia sin conexión” favorece que el cerebro reprocese la información recién adquirida. Una revisión en Nature Reviews Psychology concluyó que tan solo unos instantes de calma pueden reforzar la memoria en un grado comparable al de toda una noche de sueño.

Dormir bien tras el aprendizaje

La última clave es, precisamente, dormir bien tras el aprendizaje. Un trabajo publicado en Psychological Science demostró que estudiar, dormir y repasar al día siguiente reduce a la mitad el tiempo necesario para aprender y aumenta la retención a largo plazo un cincuenta por ciento. Como resumen, los autores dicen: “Intercalar el sueño entre dos sesiones de estudio garantiza una retención mucho mejor”.

En la práctica, el método encadena estos gestos: pronunciar la información, repasarla cuarenta segundos, predecir el recuerdo, desconectar brevemente y, al final de la jornada, descansar. Repetido día tras día, el cerebro archiva más, más deprisa y con menos esfuerzo, colocando a quien lo aplica un paso por delante allí donde el conocimiento marca la diferencia.

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