¿Afecta realmente la forma de prepararse el café al tiempo que vivimos? Esa es la pregunta que un equipo de la Universidad de Tufts quiso responder en este estudio al analizar los hábitos de 46.332 adultos estadounidenses durante casi una década. El trabajo, que ha comparado la mortalidad registrada (7.074 fallecimientos en ese periodo) con la manera de tomar la bebida más popular del mundo, concluye que el café puede asociarse a una vida más larga, pero solo cuando se consume con poca o ninguna azúcar y sin grasas saturadas.
Los autores, capitaneados por la epidemióloga Bingjie Zhou, ahondaron en un detalle poco explorado: si los aditivos del café modifican la relación entre su consumo y la mortalidad. «Pocos estudios han cuantificado cuánta azúcar o crema se añade realmente a la taza», subraya Zhou. Los resultados vuelven a respaldar las Guías Alimentarias para los Estadounidenses, que aconsejan limitar los azúcares añadidos y la grasa saturada.
El matiz está en la taza
El análisis reveló una disminución general del riesgo de muerte entre quienes bebían café con regularidad. Sin embargo, bastaba con elevar ligeramente la cantidad de azúcar o emplear leche entera para que el efecto protector desapareciese. En otras palabras, el beneficio se reserva a quienes se inclinan por el café solo o con endulzantes mínimos.
Según los registros, dos o tres tazas diarias parecían la cantidad ideal. Más allá de esa franja, las ventajas no aumentaban; por debajo, tampoco quedaban claras. El estudio controló factores que podían distorsionar los resultados (actividad física, consumo de alcohol, edad, sexo o nivel educativo), pero no puede demostrar una relación de causa y efecto, algo habitual en los trabajos observacionales. Siempre puede haber variables invisibles que condicionen tanto el gusto por el café como la supervivencia.
Café descafeinado, beneficio diluido
Un detalle llamativo es que el café descafeinado no mostró la misma asociación positiva, lo que apunta a la cafeína como posible responsable de la protección detectada. Por el contrario, el azúcar y la crema (ricas en grasas saturadas) parecen neutralizar los compuestos bioactivos del grano, explica la nutricionista Fang Fang Zhang, también coautora del estudio. Para la investigadora, los hallazgos confirman que la clave no es solo la bebida, sino todo lo que se le añade.
El mensaje: sencillez en la cafetera
En un país donde la personalización del café es casi un ritual, el estudio resuena con fuerza: apostar por la sencillez puede marcar la diferencia. Disfrutar del café sin adornos, o con apenas un toque de edulcorante, coincide con una reducción estadística de la mortalidad a lo largo de los años. Para quienes no conciben la mañana sin su taza, la ciencia ofrece un consejo claro: cuanto más negro, mejor.