Esto es lo que realmente sucede en tu cuerpo al beber vino todos los días según la ciencia

¿Alguna vez te has servido una copa de vino al final del día pensando que, además de relajarte, estabas cuidando tu salud? Yo también lo he hecho. Ese momento de descorchar la botella, escuchar el “pop” y ver el líquido rubí deslizarse por la copa tiene algo casi ritual. Pero, más allá de la tradición y los brindis, ¿qué tan cierto es que el vino tinto sea “bueno para el corazón”?

¿Por qué se decía que el vino era cardioprotector?

Durante años, titulares y conversaciones insinuaron que una copa diaria protegía nuestro sistema cardiovascular. La razón parecía sencilla: el vino contiene polifenoles, especialmente el famoso resveratrol que se concentra en la piel de las uvas rojas. Estos compuestos tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias capaces (en teoría) de reducir el colesterol LDL y evitar la formación de coágulos, según explica la dietista Michelle Routhenstein (MS, RD, CDN).

Sin embargo, cuando uno revisa la evidencia con calma, descubre que las cantidades de antioxidantes varían entre vinos tintos y blancos, e incluso se degradan antes de llegar a tu mesa. En otras palabras, el vino nunca fue la fuente más eficaz para obtener estos nutrientes.

¿Qué revelan los estudios más recientes sobre alcohol y cáncer?

Aquí entra el giro inesperado. El Cirujano General de Estados Unidos publicó este mismo año una advertencia contundente: el alcohol está asociado a, al menos, siete tipos de cáncer (entre ellos mama, hígado, colon y esófago). Kailey Proctor (MPH, RDN, CSO) lo resume sin rodeos: «No existe una cantidad segura científicamente establecida de alcohol».

El motivo de alarma es el acetaldehído, compuesto que aparece cuando metabolizamos el alcohol y que la ciencia clasifica como carcinógeno. Ese pequeño tóxico puede dañar el ADN, propiciar tumores y comprometer la salud hepática. Ningún antioxidante del vino es capaz de neutralizarlo por completo.

¿Cuánto vino se considera “moderado”… y es realmente seguro?

Las guías de los CDC hablan de consumo moderado: hasta dos copas diarias para hombres y una para mujeres (150 ml cada una). Pero, como señala Routhenstein, incluso esa moderación puede afectar al corazón, al peso y al hígado con el paso del tiempo. Además, el informe del Cirujano General recuerda que menos de una copa semanal ya aumenta un 16 % el riesgo de cáncer de mama en mujeres y un 10 % el de cánceres relacionados con alcohol en hombres.

En la práctica, beber supone siempre cierto grado de riesgo. Proctor lo deja claro: «Beber menos es mejor, pero no beber nada es lo óptimo». Disfrutar de una copa ocasional difícilmente será perjudicial, sí. Solo que es engañoso presentar el vino como un “alimento saludable”.

¿Y si cambiamos la copa por la uva entera?

Aquí va mi confesión personal: desde que empecé a investigar el tema, opto por comer uvas frescas cuando quiero esos polifenoles. Obtengo los mismos compuestos, más fibra y cero acetaldehído. ¿Significa eso que nunca volveré a brindar? Para nada. Pero ahora lo hago consciente de los posibles efectos y sin la expectativa de “mejorar la salud” con cada sorbo.

Personalmente, seguiré saboreando un buen tinto en ocasiones especiales, pero ya no lo veré como medicina. ¿Tú qué opinas? ¿Cambiarías tu rutina de copa diaria tras conocer estos datos? Cuéntamelo en los comentarios y sigamos la conversación.

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