Vuelve tras un siglo el insecto gigante que fue declarado extinto en 1920

Erradicar las ratas invasoras abre la puerta a la reintroducción de Dryococelus australis, un artrópodo único que se creyó extinto desde la década de 1920.

Después de más de cien años de ausencia, los conservacionistas se preparan para liberar miles de ejemplares del llamado insecto palo de la isla Lord Howe en los mismos bosques donde desapareció. El retorno culmina una historia que comenzó en 1918, cuando el vapor SS Makambo encalló en el arrecife cercano y liberó ratas negras que arrasaron la fauna local. Hacia 1920 no quedaba rastro del insecto, un ortóptero incapaz de volar que puede alcanzar 12,7 cm de largo y 25 g de peso.

El redescubrimiento llegó en 2001: los biólogos David Priddel y Nicholas Carlile escalaron la escarpada Pirámide de Ball, un pináculo rocoso a 23 km de la isla principal, y hallaron veinticuatro supervivientes escondidos en un arbusto de árbol del té. Entre las grietas, las hembras recurrían a la partenogénesis, un recurso reproductivo que permite poner huevos fértiles sin macho, clave para sostener aquella micro‑población. Un análisis genético publicado en Current Biology confirmó que se trataba de la misma especie perdida.

De “Adán y Eva” a miles de descendientes

En 2003, dos de aquellos supervivientes (apodados “Adán” y “Eva”) viajaron al zoo de Melbourne. Tras varios intentos fallidos, el equipo de cría consiguió reproducirlos en cautividad y hoy más de 15.000 individuos viven seguros en instalaciones de Australia, Estados Unidos y Reino Unido.

La batalla contra las ratas

Su regreso dependía de un paso previo: erradicar cada rata y cada ratón de Lord Howe. Entre 2017 y 2019, el Gobierno de Nueva Gales del Sur desplegó cebos aéreos y trampas terrestres para eliminar a los roedores, responsables de ocho de cada diez extinciones insulares registradas en el Pacífico.

Un foco residual detectado en 2021 obligó a reforzar la vigilancia, pero las autoridades mantienen que la isla quedará libre de invasores este mismo año.

Un ecosistema listo para recibirlos

Mientras la vegetación se recupera, los científicos estudian los huecos de los árboles donde el insecto se apiña durante el día. Sin depredadores nocturnos, los nuevos ejemplares deberían prosperar y, con ellos, restablecer un eslabón perdido de la cadena trófica local.

El plan de liberación prevé introducir lotes pequeños y monitorizados para ajustar el número de individuos a los recursos disponibles.

Más que una curiosidad entomológica

Para los biólogos, el renacimiento de Dryococelus australis demuestra que “extinto” no siempre significa “irrecuperable”. También subraya la eficacia (y la urgencia) de eliminar especies invasoras antes de que borren para siempre la biodiversidad de las islas.

Si todo sale según lo previsto, las nocturnas “langostas arbóreas” volverán a trepar por los troncos de Lord Howe en cuestión de meses, cerrando una herida abierta hace ya más de un siglo.

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