El nuevo mapa, elaborado por un equipo de la NASA y el Instituto Scripps de Oceanografía y publicado en Science en diciembre de 2024, casi duplica el catálogo de relieves marinos conocidos y promete revolucionar la navegación, la climatología y la geología.
Hace apenas unos meses, un grupo de investigadores financiados por la NASA anunció que, gracias al satélite Surface Water and Ocean Topography (SWOT), había cartografiado con precisión centimétrica buena parte del fondo marino y revelado la existencia de casi 100.000 montes submarinos –frente a los 44 000 registrados hasta ahora–. El hallazgo, presentado en la revista Science y liderado por el geofísico David Sandwell, se consiguió tras analizar un año de datos orbitales que cubren un 90 % del planeta cada 21 días.
Radiografía de un planeta sumergido
Hasta hoy conocíamos mejor los cráteres de la Luna que los abismos de nuestros océanos. Solo el 25 % del fondo se ha sondeado con sonar desde barcos; el resto permanecía en penumbra. SWOT, una misión conjunta de la NASA y la agencia espacial francesa CNES, ha cambiado el panorama al detectar variaciones diminutas –del orden de centímetros– en la altura de la superficie del mar provocadas por la gravedad extra que ejercen las formaciones rocosas enterradas bajo kilómetros de agua.
Cómo se ve lo que no se ve
Los montes submarinos y las colinas abisales poseen más masa que el lecho que los rodea. Esa masa genera un “abultamiento” en la lámina de agua que, visto desde 891 km de altitud, delata la presencia de la montaña. SWOT “lee” esas huellas con un interferómetro de radar de banda Ka y reconstruye la topografía invisible.
El instrumento es tan sensible que identifica montes de menos de 500 m de altura, inaccesibles para satélites anteriores.
Oasis en mitad del desierto azul
Cada seamount actúa como un promontorio que fuerza a las corrientes profundas a subir y concentrar nutrientes. El resultado es un auténtico oasis biológico que atrae corales de aguas frías, peces y grandes mamíferos.
Conocer su posición exacta facilita, además, el tendido de cables de comunicaciones, la planificación de rutas submarinas y la evaluación de riesgos sísmicos cerca de dorsales activas.
Las colinas que dominan la Tierra
Más allá de las montañas, SWOT ha resuelto en detalle las colinas abisales, un relieve de pocos kilómetros de ancho que cubre el 70 % del lecho oceánico y del que apenas teníamos constancia. Estas ondulaciones, dispuestas en bandas paralelas a lo largo de las dorsales, registran cada estiramiento de la corteza terrestre y son clave para descifrar la historia de las placas.
“Nos sorprendió que SWOT pudiera verlas tan bien”, reconoce la oceanógrafa Yao Yu, primera firmante del estudio.
Un trampolín hacia el 2030
El consorcio internacional Seabed 2030 pretende mapear todo el fondo oceánico antes de que acabe la década. Los autores del trabajo admiten que los barcos no llegarán a tiempo, pero la altimetría de SWOT llenará muchos huecos y guiará futuras campañas de sonar dirigido.
Entre tanto, cada pase del satélite añade detalles y corrige alturas, acercándonos a una imagen completa de ese mundo sumergido que controla corrientes, clima y biodiversidad global.
Estudio principal: Yu, Y., Sandwell, D. T. y col., «Abyssal marine tectonics from the SWOT mission», publicado en Science el 13 de diciembre de 2024.