Esto es lo que le pasa a tu glucosa cuando tomas café todos los días

La cafeína dispara la adrenalina y, con ella, el azúcar en sangre, aunque el efecto final depende de la dosis, la comida y tu metabolismo.

Cuando alguien bebe café a diario, la cafeína entra en acción casi de inmediato: estimula la liberación de adrenalina, indica al hígado que suelte parte de la glucosa almacenada y retrasa la respuesta de la insulina. En cuestión de minutos el nivel de azúcar puede subir, sobre todo si la taza se toma en ayunas, si está cargada de cafeína o si la persona ya presenta prediabetes o diabetes tipo 2. No es un fenómeno permanente, pero sí repetitivo: cada sorbo reaviva ese pico transitorio de glucosa.

Por qué es mejor tomar el café con alimentos

El modo en que el cuerpo encaja ese sobresalto varía. Cuando el café llega acompañado de un desayuno, la absorción de cafeína se ralentiza y el ascenso de azúcar resulta más suave. Lo mismo ocurre si en lugar de una mezcla “espresso doble” se elige un filtro descafeinado o mitad y mitad. Como explica la dietista Candace Pumper, la cafeína “se absorbe más rápido con el estómago vacío”, de modo que un estómago lleno actúa como amortiguador natural y evita sobresaltos drásticos.

El café y la prevención de la diabetes tipo 2 a largo plazo

A largo plazo, sin embargo, el panorama se complica agradablemente. Los grandes estudios de seguimiento observan una relación inversa entre el consumo habitual de café y el riesgo de diabetes tipo 2: quienes suman varias tazas diarias parecen sufrir menos la enfermedad. El epidemiólogo Andrew Odegaard recuerda que la bebida es mucho más que cafeína; en cada vaso viajan polifenoles con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias capaces de compensar, con el tiempo, los pequeños picos de glucosa que provoca la adrenalina.

Consejos para evitar picos de glucosa al tomar café

Quien quiera disfrutar del aroma sin sobresaltos puede jugar con varias palancas. Tomar la taza junto a la comida permite que la cafeína comparta pista con proteínas, grasas y fibra, lo que retrasa su llegada al torrente sanguíneo. Endulzar con estevia, monk fruit o alulosa evita añadir azúcares simples que sumen más glucosa a la ecuación.

Optar por café parcialmente descafeinado reduce la carga estimulante, y recurrir en ocasiones al té verde, al té negro o a infusiones de raíz de diente de león ofrece el ritual sin la misma sacudida metabólica. Para quienes lleven un monitor continuo de glucosa resulta sencillo comprobar de primera mano qué combinación, qué horario y qué variedad les sienta mejor.

En definitiva, tomar café puede ser compatible con controlar el azúcar en sangre

En resumen, el café no es enemigo de la glucemia, siempre que se entienda cómo funciona. Puede provocar subidas breves y pronunciadas si se toma solo y en ayunas, pero también puede asociarse a una mejora global del control de azúcar cuando se consume con criterio y se combina con una dieta equilibrada. Conocer el propio cuerpo, ajustar la dosis de cafeína y elegir bien el momento de cada taza son las claves para que el placer de un buen café no se traduzca en altibajos innecesarios.

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