Estos cocodrilos enanos han adoptado un estilo de vida cavernícola, alimentándose exclusivamente de murciélagos y grillos

Un grupo de cocodrilos enanos, aislado en la oscuridad gabonesa y bañado en guano de murciélago, muestra señales genéticas que apuntan a una futura diferenciación.

En lo más profundo del sistema de cuevas de Abanda, en Gabón, una población de cocodrilos enanos ha aprendido a vivir en completa oscuridad, alimentarse casi exclusivamente de murciélagos y prosperar en un lago de excremento rico en urea. Los primeros registros científicos datan de 2010, cuando un equipo de biólogos se adentró en las galerías subterráneas y constató que estos reptiles presentaban un sorprendente tono anaranjado, una condición que, según los investigadores, se debe al “blanqueamiento químico” provocado por su contacto constante con el guano.

Comparativa con cocodrilos de superficie

Un estudio comparativo publicado en 2016 reveló diferencias notables entre los habitantes de la cueva y sus parientes del bosque. Los ejemplares subterráneos mostraban mejor estado físico, probablemente gracias a la abundancia de presas y a la ausencia de depredadores externos.

Allí, sus principales fuentes de alimento son los grillos y los murciélagos que se adhieren a las paredes, lo que les permite mantenerse bien nutridos sin abandonar la oquedad.

Ciclo vital bajo tierra

Los investigadores sospechan que el ciclo vital también se ha adaptado al entorno. Las hembras pondrían los huevos en la entrada de la cueva y, tras la eclosión, las crías se internarían en la penumbra para no volver a la superficie.

Con el paso de los años, este aislamiento casi total ha convertido a la colonia en un microcosmos evolutivo.

Cambio de color por el guano

El cambio más visible es la piel naranja de los adultos. El contacto prolongado con la urea presente en el guano actuaría como agente decolorante, dejando atrás el tono oscuro habitual de los cocodrilos enanos que habitan los bosques circundantes. Sin embargo, el fenómeno va más allá de lo estético.

Evidencias genéticas de nueva especie

El equipo liderado por el conservacionista Matthew Shirley, de la Universidad Internacional de Florida, analizó el ADN de varios individuos y detectó la presencia de un haplotipo inexistente en las poblaciones externas. Esa firma genética exclusiva indica que los cocodrilos de Abanda forman un grupo aislado y, con el tiempo, podrían divergir hasta convertirse en una nueva especie.

La incógnita reside en cuánto tardará ese salto evolutivo en completarse, aunque el aislamiento, la dieta singular y la ausencia de intercambios genéticos apuntan a que el proceso ya está en marcha.

Importancia científica del hallazgo

Para la ciencia, estos reptiles subterráneos representan un laboratorio natural. Comprender cómo un depredador de la superficie se reconvierte en cazador de murciélagos en plena oscuridad ofrece pistas sobre la plasticidad evolutiva de los vertebrados.

Mientras tanto, cada descenso a las cuevas de Abanda recuerda que la vida sigue encontrando caminos inesperados incluso en los ambientes más extremos, coloreando de naranja la piel de quienes se atreven a reinventarse bajo tierra.

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