El especialista advierte de que el pan industrial, elaborado con harinas muy refinadas y aditivos, dispara la insulina y la inflamación, mientras que la masa madre se perfila como la opción más segura.
En una reciente explicación dirigida a sus pacientes y seguidores, el endocrino Francisco Rosero ha defendido con firmeza que abandonar el pan ultraprocesado puede traducirse en menor inflamación abdominal, menos antojos y una salud cardiovascular más sólida. Su argumento parte de una evidencia sencilla: el pan que hoy inunda los estantes comparte poco con aquel alimento ancestral que sustentó a la humanidad durante milenios.
¿Por qué dejar de comer pan ultraprocesado?
Rosero señala que la inmensa mayoría de panes industriales se fabrica con harina de trigo superrefinada, un carbohidrato de absorción fulgurante que eleva la insulina y favorece la acumulación de grasa visceral. A esa lista se suman blanqueantes químicos, como la bicarbonamida y el peróxido benzoilo, además de grasas vegetales industriales y azúcares añadidos, todos ellos ingredientes con marcado potencial inflamatorio.
El resultado, en palabras del endocrino, es “un carbohidrato basura, vacío”, incapaz de saciar y que incita a seguir comiendo, perpetuando los picos de insulina y el daño metabólico.
Beneficios de eliminar el pan ultraprocesado
Su propuesta se apoya en tres beneficios inmediatos. Primero, la reducción de la inflamación, con especial impacto en la zona abdominal, donde el gluten y los aditivos actúan como chispa constante. Segundo, la atenuación de los antojos: al estabilizar la glucosa, desaparece el deseo imperioso de dulces o harinas. Tercero, la mejoría del perfil cardiovascular, al eliminar de la dieta un cóctel de grasas trans, azúcar y harinas refinadas que acelera la aterosclerosis.
Estudios científicos sobre el consumo de pan blanco
Las advertencias de Rosero encuentran respaldo en la literatura científica. El trabajo de Tayyem et al. (2022), recopilado en la base de datos del NCBI, concluye que ingerir más de una porción diaria de pan blanco triplica el riesgo de enfermedad cardiovascular (odds ratio ajustado 3,06; IC 95 %: 1,37–6,84).
Por su parte, el estudio PURE, publicado en The British Medical Journal por Swaminathan et al. (2021), confirma que los cereales refinados, presentes en panes blancos y bollería, se asocian a mayor incidencia de infartos y accidentes cerebrovasculares.
Masa madre, la alternativa saludable al pan industrial
Ante este panorama, el especialista no demoniza todo tipo de pan. La masa madre, elaborada con fermentación lenta y sin aditivos, conserva parte de la fibra y los nutrientes del grano. Eso sí, subraya que conviene revisar la etiqueta y asegurarse de que no contenga grasas vegetales industriales ni azúcar añadido. “Sigue siendo pan —advierte—, y siempre es preferible inclinarse por carbohidratos menos procesados”.
En definitiva, renunciar al pan ultraprocesado emerge como una decisión sencilla y de gran impacto: menos inflamación, antojos controlados y un corazón más protegido. La alternativa pasa por panes de masa madre artesanos o, directamente, por diversificar la dieta con tubérculos, legumbres y granos enteros que entregan energía de forma gradual y nutritiva.