Ya hace más de una semana que un grupo esporádico de jóvenes tomaron la calle Núñez de Balboa, en el barrio de Salamanca, para pedir la dimisión del Gobierno de Pedro Sánchez a grito de “¡libertad!”. Manifestaciones menores que han ido creciendo cada día​, y expandiéndose geográficamente por todo el mapa nacional, con especial incidencia en la Comunidad de Madrid.

Cada tarde, a las 20 horas, los aplausos a los sanitarios son sustituidos por gritos contra el presidente del Gobierno y sus medidas. Nada impide las marchas, ni con ello las aglomeraciones de personas que no cumplen con el distanciamiento social exigido por las autoridades para que no se produzca un nuevo brote.

Al margen del riesgo epidemiológico que deriva de estas actitudes, que los ciudadanos salgan a la calle envueltos en una bandera de España se ha convertido en un conflicto político. Mientras la izquierda solicita cordura a sus homólogos para que no alienten estas marchas que pueden suponer un riesgo de salud pública, la derecha defiende a los participantes reprochando a Sánchez su actitud desde la declaración del estado de alarma.

Sánchez Dragó, escritor y biógrafo personal de Santiago Abascal, además de conocido por seguir a pies juntillas las doctrinas de la extrema derecha española, ha ido un poco más allá. Con un escueto mensaje en redes sociales, Dragó ha recordado el capítulo más ominoso de la historia española para reivindicar las protestas: “¿Duele que la derecha salga a la calle? Ya lo hizo en el 36”.

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