En un nuevo capítulo de Rocío, Contar la verdad para seguir viva, la hija de la más grande retomó el relato de por qué su hijo abandonó también el hogar materno. Nos situamos en el momento en que Rocío Flores cumplía la sentencia de seis meses de libertad vigilada por un delito de maltrato continuado sobre su madre. 

Rocío Carrasco cuenta como su hijo era un chico cariñoso hasta que su hermana se va de casa. Añade que David se negó a estudiar porque su padre le había prometido "grabar un disco con fulanito" o llevarle a La VozFue entonces cuando se dio cuenta de que Antonio David se acercaba al colegio para hablar con él.

"Me ha dicho la niña ’dile a tu madre que va a llorar lágrimas de sangre. Que hasta que no la meta en la cárcel, no voy a parar”. Antonio David parece ser, daba la vuelta a la situación y ponía esa frase en boca de la madre.

Acto seguido, la tutora del pequeño alertó a Rocío de que su hijo decía frases como que ella era una "mala madre" o que no la quería. Aquí, según relata, se dispuso a actuar. Tras mantener una reunión con Antonio David, éste le habría dicho que él no podía hacer nada.

La realidad parece, sin embargo y una vez más, bien distinta. Según Rocío, David la contaba que cuando su padre y su mujer Olga hablaban mal de ella y él la defendía, ninguno de los dos tenía miramiento en responderle. Un día de camino al colegio, Antonio David llegó a decir al niño que si volvía a "defender o hablar bien de su madre" se bajaba del coche y se iba andando.

En concreto, sobre la mujer de Antonio David hay un episodio que sucede en el hospital y del que la hija de Rocío Jurado se refirió en el anterior episodio.

Asimismo,  relata otros episodios que tienen que ver, por ejemplo, con su llegada en una ocasión a los juzgados: "“Me mira fijamente y, a continuación, le coge la cara al niño, empieza a darle besos y a volverle la cara para que no me vea (...)Yo iba a por ella, literalmente, y Javier —su abogado—me tiró de la manga y me dijo ‘no, no, no’". Una versión que choca con la de Olga y Antonio David, quienes hasta entonces defendían que Rocío no quiso saludar a su hijo.

 "Es una sinvergüenza(...). No tiene vergüenza, eso lo digo hoy”, concluye Carrasco.