Resumir o sintetizar la biografía profesional y humana de Jon Lee Anderson (California, 1957) es un ejercicio materialmente imposible. Considerado un gurú del periodismo actual, destacan sus crónicas de guerra, sus profundos artículos de opinión -a veces polémicos por no hallarse Lee Anderson instalado en la cómoda hipocresía equidistante sino en la sinceridad más comprometida-. Ha creado escuela y casi género por la confección de perfiles a los más importantes personajes del mundo. También es un baluarte importante de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. Colaborador de los grandes medios escritos internacionales, mantiene su fidelidad profesional como destacado reportero de The New Yorker.

En su biografía personal, un cruce de culturas y vivencias geográficas le marcan, Nació en Estados Unidos, pero su infancia se ancla en lejanos y distintos países como Corea del Sur y Taiwán. Unido con una especie cordón umbilical a Latinoamérica, sus textos rezuman experiencia vivida describiendo como nadie situaciones complejas en este continente. Vivió en Colombia y trabajó en The Lima Times. Cinco años residiendo con su familia en Cuba hizo parir la más notable biografía sobre la figura de Ernesto Che Guevara: “Che Guevara: una vida revolucionaria".

Para cualquier periodista -y yo no soy una excepción- lograr entrevistar a este mito contemporáneo del periodismo, supone todo un orgullo; oír sus respuestas y hablar con él un placer. Todo un placer. "Hecho plan", nos veremos en Salobreña! He aquí la entrevista que ha concedido para los lectores de ElPlural.com el gran Jon Lee Anderson. Disfruten.

Usted ha marcado un estilo diferente a la hora de escribir perfiles teniendo a su espaldas los de Che Guevara, Fidel Castro, García Márquez, Juan Carlos I, Sadamm Hussein, Charles Taylor o Hugo Chavez. De todos esos trabajos ¿cuál recuerda con más cariño? Cuál fue el más complejo? ¿con qué personaje se quedaría?

El trabajo que recuerdo con más cariño es el perfil de García Márquez. Primero, no era una figura del poder, no en el mismo sentido que los demás, aunque por supuesto el ángulo de mí perfil era justamente su relación con el poder. Pero en el fondo era un colega, aunque un colega mayor, y un Nobel de literatura. Era muy generoso conmigo; me ganó con su picardía, su complicidad  y su sentido de humor. El perfil más complejo fue el de Che Guevara porque era toda una biografía, no solo un perfil de revista e implicó cinco años de mi vida. Era además, en el momento que yo lo acerqué, casi desconocido más allá de su estatus de icono público mitificado. El gran esfuerzo era determinar quién era realmente más allá de su fetiche. Me quedo tanto con Gabo como con el Che, por las razones que explico anteriormente. Uno, el Gabo, era un deleite  de experiencia; el Che significó un antes y un después en mi vida profesional, además de ser una figura realmente transcendental.

Su biografía de Ernesto Che Guevara (“Che Guevara: Una vida revolucionaria”) fue -creo que lo sigue siendo- un antes y un después en la labor de un periodista y escritor. Qué recuerda con más nostalgia de ese importante trabajo? Si hoy tuviera que reescribirla ¿modificará aspectos de los que mantiene en su libro?

El aspecto que me inspira más nostalgia son los años que viví en Cuba con mí joven familia; las experiencias que pasamos juntos, las personas cubanas que nos dieron su afecto; el drama de aquel tiempo, el periodo especial, muy difícil… Fue una experiencia muy especial que nos marcó a todos y lo recordamos con cariño.

Escribir un libro tan intenso y largo como el del Che es algo así como dar a luz. Difícilmente uno puede volver a concebirlo de nuevo. Es lo que es y ya estuvo, creo. Pero quizás, sí, lo haría un poco más corto. Siempre quise que fuera cien páginas menos. Pero eso no es tan fácil. Hace unos años me propuse  revisarlo para ver como haría para abreviarlo. Lo edité con la ayuda de una ex editora mía del New Yorker pero al final terminamos agregando, no eliminando paginas.

En su libro “La caída de Bagdad” (2004), narra el sitio y ataque a la capital durante la Guerra de Irak. Como persona muy vinculada a España y profundamente conocedora de su realidad ¿cómo calificaría la actuación del entonces Presidente del Gobierno, José María Aznar?

Como un político oportunista. Vio una manera de engreirse y hacerse útil a la superpotencia occidental (algo así como Franco en su día, con Eisenhower, siempre con el tema bases militares) y se arrimó.

Y hablando de España ¿cómo valora la moción de censura que ha apeado del Gobierno al PP y a Mariano Rajoy y da paso a un gobierno socialista presidido por Pedro Sánchez? Qué actuaciones debería, a su juicio, acometer el nuevo Ejecutivo central?

Pues enhorabuena. Rajoy siempre ha sido poca cosa por más que demostró ser buen sobreviviente en la política. Pero España necesita algo más que custodia, necesita liderazgo. No sé si Sánchez será el hombre del momento, ya veremos. Para lograr ser grande, tendrá que darle una visión especial a su mandato y lograr aglutinar a todos los españoles, o sea que sin adherirse a ninguno de los sectarismos que ahí malviven y lograr  la unidad nacional nuevamente. Quizás habrá que reconfigurar la naturaleza del Estado y sus autonomías, no lo sé. Lo que sí es obvio es que el buque español está haciendo agua desde hace tiempo y sí no logran repararlo, sin imposiciones ni violencias, empezará a despedazarse.

Usted ha escrito artículos y en muchos casos lo sigue haciendo- para New York Times, Financial Times, The Guardian, El País, Harper´s Time, Le Monde, Clarín, El Espectador, El País… ¿cómo ve la actual situación de la prensa? Y la realidad del periodismo digital?

La prensa, tanto por su viraje hacia lo digital y el abandono inexorable del papel así como por el surgimiento de los nuevos autoritarismos en los países de Occidente como los Estados Unidos con Trump -con sus ataques “fake news”- está en su peor crisis de la época moderna. La paradoja es que a la misma vez se ha vuelto más imprescindible que nunca como un arma en la defensa de la democracia misma. En resumen, los peores tiempos son los mejores tiempos. Tenemos la posibilidad de hundirnos o sobrevivir y tenemos que sobrevivir porque sí nos fracasamos, no vale nada.

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Recientemente afirmó que "El pacto del olvido” es el gran problema de España y se preguntaba que si este país no es capaz de juzgar crímenes de lesa humanidad, ¿cómo juzgar los de corrupción?". Parece que vamos avanzando en la persecución y castigo judicial, tanto político -Rajoy censurado- como legal -amplias condenas a los responsables de la trama “Gürtel”.

Pues sí, enhorabuena en este caso de corrupción. Pero demoró tanto en resolverse a pesar de que toda la evidencia estaba ahí desde más de una década porque la clase política española siempre ha sido experta en tapar el sol con un dedo.  Es lo que han hecho con los crímenes del franquismo, y ya van siete, casi ocho décadas. No creo que sucederá tampoco, porque ya una mayoría de los españoles lo tienen como un tema zanjado e irrelevante.

Estaría por tanto por iniciar una especie de “Juicio de Nuremberg” al franquismo? ¿No sería crear fracturas y enfrentamiento? O por el contrario ¿sería algo necesario y una herida pendiente sin resolver?

Lo que sea. Algo más que el actual estado de bochornosa negligencia nacional. Lo que tiene España es una calmada posguerra impuesta por los vencedores, no es la paz y ni mucho menos un país reconciliado consigo mismo. Un país temeroso de enfrentar a sus demonios nunca puede ser un país moralmente completo, justo, ó plenamente legítimo.

Acaba de publicar "Guerrillas", un libro escrito hace 25 años. Narra sus experiencias junto a los combatientes de El Salvador, Birmania, Gaza, Afganistán y el Sáhara a finales de los años 80 y principios de los 90. ¿Cree que todo tipo de acción popular militar o paramilitar es buena en sí misma o por el contrario en nombre de la libertad se pueden haber cometido barbaridades? En Europa tenemos la convicción de que organizaciones terroristas que han reivindicado sus acciones como labor de guerrilla o de movimientos de liberación nacionales, no eran más que crueles asesinos

El mundo no es ni blanco ni negro y los conflictos siempre tienen sus matices. Las insurgencias surgen por muchas causas y también transmutan a través del tiempo. ETA surgió en un momento de falta de legitimidad del Estado español. Era todavía la dictadura franquista. Si ETA no hubiera asesinado a Carrero Blanco ¿acaso habría llegado tan pronto la democracia española? No estoy legitimando el terrorismo de ETA pero si dándole un matiz que hay que tomar en cuenta. ETA luego se distorsionó muchísimo sobre todo después de que el Estado español volvió a la democracia. Dejó de tener un razón de ser. Pero hay que reconocer que en su origen había alguna causa.  O sea que para entender la historia  -y evitar las violencia política- es justo mirar las cosas por lo que son, no a través de ojos ideologizados. Sí España, por ejemplo,quiere evitar nuevos brotes de terrorismo en el futuro, debería aprender de su propio pasado. Las lecciones están ahí a plena luz de día, es cuestión de mirarlos por lo que son.

Es muy crítico con la reacción del Estado ante el secesionismo de Cataluña y en la aplicación del artículo 155. En un tiempo en que el problema de la Unión Europea es la aparición de determinadas políticas populistas o eurofóbicas y en un momento en que estas posiciones se acercan más a la extrema derecha ¿cree que hay espacio para la independencia de comunidades regionales de estos estados?

 He sido y soy crítico con formas coercitivas como las que se usaron en Cataluña en octubre del 2017 para obligar la subordinación de gente en cualquier sociedad. No tengo realmente una posición en torno a las autonomías como tal. Pero es obvio para todos que no se convence a independentistas que la secesión no es buena idea pegándoles en la cabeza con una porra. En la mayoría de lugares del mundo ese tipo de actuación solo produce el efecto contrario. No creo que España sea diferente. Si la fuerza es la única herramienta del Estado para imponerse sobre una parte rebelde de la población, está muy mal.  En cuanto a Cataluña y España, no tengo una posición más que esa, una observación critica sobre la forma en que ha procedido el Estado. Nada más hay que ver el impasse con saber que el problema no está zanjado.

Finalmente, algunos colegas en España han optado por interpretar mi crítica de la conducta del Estado en este asunto como una posición proindependentista es errónea y obviamente tendenciosa. Ha sido lamentable observar la forma sectaria y xenófoba con la que han reaccionado muchos españoles en este sentido, acusando a periodistas extranjeros (yo, Carlin, Minder) de ser todo clase de malandro, y peor, en respuesta a nuestra cobertura. Demuestran una falta de capacidad de absorber la crítica, por lo menos, así como de escuchar a otras opiniones. La intolerancia es, es resumen, quizás un mal algo más arraigado en España que lo que muchos están dispuestos a reconocer.

¿Supone el escenario actual bélico de Siria la antesala de una III Guerra Mundial?

Pues sí. Sí miras bien a los actores ahí implicados de manera bélica, que incluye Rusia, Estados Unidos, la UE, Arabia Saudita, los Emiratos, Qatar, Irán, Israel, y Turquía, es para asustarse. Ahí tienes la Tercera Guerra mundial en germen. La cuestión es prevenir su expansión más allá que Siria. Sí se descontrola, lo que ha pasado en Siria es lo que veríamos en todas partes y eso hay que evitarlo a toda costa porque sería la hecatombe.

Por último, defíname con breves palabras los rasgos o a impresión causada por estos grandes personajes que usted ha conocido o de los que ha escrito.

Che Guevara: Visionario utópico.
Hugo Chavez: Soñador carismático.
Fidel Castro: Hidalgo quijotesco.
García Márquez: Genio empático.
Juan Carlos I: Simpático oportunista.
Sadamm Hussein: Tirano megalomaniático.