El País lo ha vuelto a hacer. El diario de Prisa se preguntaba este miércoles cómo era posible que el iPhone X, el nuevo modelo de Apple, no estuviera triunfando en España, mientras que en otros países como Reino Unido, China y Japón “arrasa”. No han sido pocos los que han reprochado al periódico su titular, sin caer en la cuenta de que el smpartphone cuesta la friolera de 1.399 euros mientras que el salario más habitual en España no llega a los 1.000 euros.

En su noticia, El País argumenta las razones por las que el iPhone X no está entre los 10 teléfonos más vendidos en España, pero ninguna de ellas pasa por la precariedad laboral o los bajos sueldos de nuestro país.

De hecho, según el diario, los malos resultados del terminal de Apple, el más caro del mercado, “se explica por la fuerte competencia de marcas como Samsung y Huawei y el referido estreno de Xiaomi, cuya decisión de hacer su primer lanzamiento europeo en España ya está dando buenos dividendos”. Y recuerdan que un teléfono de la marca Xiaomi “fue el dispositivo más vendido en España en el mes de noviembre”. Todo con un enlace a su reportaje sobre este teléfono Xiaomi, localizada en su sección Escaparate.

La revista El Jueves, por ejemplo, acude a los datos del Instituto Nacional de Estadística que señalan que el sueldo más habitual de España no llega a los 1.000 euros.

No es el único tuit que han señalado a El País por ignorar la precaria situación de la economía española.

No es la primera vez que El País es criticado por su falta de sensibilidad con las personas que más sufren la crisis. A principios de diciembre, mientras muchos medios debatían sobre la pobreza energética, el diario preguntaba en Twitter a sus seguidores si pasaban “frío en casa este puente” y daba “trucos” para calentarse sin encender la calefacción.

Aquel artículo, de hecho, no era reciente, sino que había sido escrito en 2015. Y no es el primer caso de insensibilidad de El País, porque en su haber tiene artículos sobre la “dieta” de coger comida de la basura, la moda del nesting de pasar el fin de semana en casa o el “humor” con el que los treintañeros se tomaban el no tener nómina.