La muerte de Fidel Castro es la noticia del día y, con seguridad, una de las de este año 2016. Su figura despierta, casi a partes iguales, admiración y rechazo. Al margen de controversias, lo que nadie pone en duda es que el 'Comandante' es ya un personaje histórico, como lo demuestra el hecho de que su fallecimiento ocupa todos los periódicos y medios de comunicación del mundo.

El periodista Joaquín Tagar vivió un encuentro informal pero histórico con el mandatario cubano. Sucedió en 1986, cuando como jefe de Internacional de la Cadena Ser, cubría la visita del entonces presidente del Gobierno español, Felipe González.

Tagar era amigo de Gabriel García Márquez a quien conoció cuando era corresponsal de RNE en México. Durante la visita de González a La Habana, García Márquez se puso en contacto con él y le dijo "oye vente mañana a comer a casa, porque la visita de González se acababa al día siguiente", indica a ELPLURAL.COM. Además "me comentó que si quería llevar a algún amigo que lo llevase", así que a la mañana siguiente, acompañado por Ander Landaburu y Susana Olmo, fue a la casa del escritor. Una vez allí, "cuando llegamos a eso de la una, más o menos, Gabo no dijo 'a lo mejor viene alguien más', a lo que nosotros respondimos que encantados". No sabía ninguno de ellos que el quinto invitado iba a ser Fidel Castro.

En aquella comida se trataron muchos asuntos que desvela Joaquín Tagar en la siguiente entrevista.

¿Cómo fue aquella comida, aquel encuentro informal?

De entrada Fidel Castro dijo que no iba a comer, pero al final picó de todo. Fue una comida muy agradable y estuvimos hablando más de tres horas. Tocamos todos los temas posibles y, eso sí, no nos dejó poner ningún micrófono porque yo llevaba todos los aparatos correspondientes pero él dijo “no, no, no, los aparatos los deja allí”. Él no quería que grabase.

Dice que hablaron de todo pero ¿de qué? ¿qué asuntos le preocupaban o interesaban?

Él preguntaba mucho. Le interesaba sobremanera lo que pasaba en otros lugares. Allí, en ese momento, estaba el empresario español Barreiros, y se encontraba en Cuba porque estaba trabajando en otras cosas relacionadas con una investigación de abonos o algo así, y eso a Castro le llamaba mucho la atención. Incluso comentó que había mandado a una persona a Escocia para averiguar cómo se hacía el whisky y cosas de estas. 

¿Y sobre la realidad cubana de entonces?

Recuerdo que también le preguntamos, usted que ha conseguido aquí que no haya analfabetos, que todo el mundo esté ilustrado pero ¿y ahora qué?

Qué contestó a esto

Él seguía hablando un poco con esa verborrea revolucionaria, y continuaba con el discurso de que “hay que progresar para adelante”; sin embargo, era muy reacio a comentar las cosas concretas. Además hay que recordar que en aquel momento empezaba a flaquear un poco la relación de Cuba con la Unión Soviética porque se iniciaba la Perestroika, y entonces el régimen notaba más dificultades que antes. Pero en ningún momento estaba pensando en una apertura… sí en un variar un poco pero, como dicen los clásicos, ‘sin que cambie mucho’.

¿Cómo era Castro en las distancias cortas?

Era un tipo muy afable y que te captaba inmediatamente. Por ejemplo, hay una cosa que a mí me impresionó mucho porque nos contaba lo que suponía para La Habana el bloqueo de Estados Unidos. Y decía "es que nosotros no tenemos aspirinas infantiles ¿Saben ustedes qué significa eso de que no podamos disponer de aspirinas infantiles?". Después nos invitó al Festival de Cine de La Habana que se celebra en diciembre porque no podíamos quedarnos más allí, aunque él nos comentaba "quédense más aquí", y recuerdo que en la maleta metí cientos de cajas de aspirinas infantiles y cuando llegué le dije "comandante, aquí tiene las aspirinas".

Él era de padre gallego, pero ¿ejercía Fidel Castro de gallego o renunciaba a sus orígenes?

Precisamente, en ese viaje al Festival de Cine también le llevé un queso de la zona en la que todavía tiene familia, y una botella de aguardiente gallego. En aquella comida con Gabo, le había contado cómo había estado viendo a su primo en Láncara, en la aldea de Galicia donde habían vivido sus padres, en la misma casa, y eso le emocionó mucho. Por eso cuando regresé le llevé esos regalos gallegos porque él no renunció nunca a sus orígenes en Galicia. De hecho, después Fraga lo llevó allí, recorrió aquellas tierras... en fin.

En algún momento, en esa comida, hablasteis con Fidel Castro de la falta de libertades en Cuba o no quería él tratar el asunto

Para nada. Tocamos también ese asunto. Para él no había falta de libertad. Simplemente la gente podía hacer lo que quería y podía salir... Todo eso te lo reducía a circunstancias de la realidad cubana. El decía que "nosotros tenemos limitaciones de todo tipo, limitaciones financieras, que lógicamente dificultan la marcha del país". Así lo explicaba. Era un tipo que cautivaba. Recuerdo en la inauguración de la Escuela Gabriel García Márquez de Cine fue absolutamente increíble oírle tres horas hablar y decirle a los cubanos todo lo que iba a pasar porque venían muchas dificultades... Y acertó.

Recuerdas alguna anécdota al margen de la comida con Fidel Castro

Fíjate. La visita del entonces presidente español al país cubano estuvo precedida de otra a Perú, a Lima, en el momento en que el grupo Sendero Luminoso estaba muy activo. De hecho cuando estaba González en la capital peruana provocó un corte parcial de luz muy cerca del hotel donde se hospedaba. En Lima, precisamente observamos la gran desigualdad que se daba en esta capital entre unos barrios y otros. Hubo algún medio español muy muy muy de derechas que iba a ver qué se encontraba en La Habana, y claro, tras pasar por Lima, que La Habana era una ciudad limpia, sí con edificios desgastados, pero sin demasiada diferencia entre unos barrios y otros. Y esto, claro, digamos que les descolocó un poco.