De dos en dos, voluntarios de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) recorrían ayer en Barcelona la manifestación de la Diada de Cataluña pasando el cepillo. Reclamaban donaciones para la caja de solidaridad con la que afrontar las multas millonarias a los condenados por organizar la consulta del 9-N, como Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau.

Con bolsas de tela junto al lema Love Democracy, los manifestantes aportaban la voluntad, aunque la mayoría donaba 5 euros, como se había pedido en cadenas de WhatsApp. Pero también los había que ofrecían billetes de 20 o 50 euros y una pareja de recaudadores se ufanaba por haber recibido 100 euros, según relata El País.

Algunos voluntarios defendían que la existencia de una caja de resistencia para colaborar con la financiación de la ANC había existido desde hace años. En el año 2016 se aportó dinero a cambio de una cartulina con forma de huevo frito para agitar a las 17:14 horas, que hace referencia al año 1714 en que acabó la Guerra de Sucesión. “Lo mejor de nuestra actividad es ver la reacción desinteresada de la gente, la voluntad que tienen para cambiar las cosas” señalaba al diario uno de los voluntarios quien, además de exigir que el reportaje fuera positivo con la manifestación, afirmaba que ser catalán suponía ser independentista: “Y si no lo eres, piensa en tu familia”, añadió.

En cualquier caso, cabe recordar que el nombre de caja de solidaridad recuerda a multas y procesos contra sindicalistas multados o manifestantes sin recursos. Pero aquí hablamos de una fianza impuesta a personas pudientes y molientes, hasta el punto de que Artur Mas es heredero de la cuenta en Suiza encontrada a su padre y que llegó a acumular cerca de dos millones de euros. Limpios, si se considera que el delito fiscal de Artur Mas y Barnet, cifrado por Hacienda en 823.262 euros, prescribió antes de detectarse.