Carles Puigdemont es hoy por hoy el principal obstáculo para la unidad independentista, imprescindible para hacer efectiva su mayoría en el Parlament. Enrocado en Bruselas, rodeado de fieles entregados a su causa y armado con el twitter se mantiene firme en la creencia de ostentar la legitimidad de la presidencia de la Generalitat, sin atender a la legitimidad de la cámara catalana para investir a cualquier diputado que obtenga la confianza mayoritaria del pleno.

Su pretensión de ser investido y su determinación de no regresar a Barcelona plantean a su débil partido y a los temerosos socios de ERC un dilema existencial: abrir la legislatura forzando el reglamento parlamentario con todo lo que acarrea la vía de las suspensiones constitucionales o romper con Puigdemont, eligiendo un nuevo presidente, arriesgándose a ser demonizados por el diputado belga como cómplices del 155.

Desde hace unos días, la mayoría independentista desgrana diferentes salidas en falso al dilema. La investidura en ausencia o mediante el plasma apunta según los juristas a método inaceptable y la formación de un gobierno de técnicos que reconociera la existencia de un gobierno en el exilio presidido por Puigdemont se intuye como un castillo en el aire. Los presidentes técnicos o los substitutos transitorios no existen; a los pocos días de ostentar el tratamiento de muy honorables y de comprobar la magnificencia del Palau de la Generalitat, éstos se toman muy en serio la posibilidad de ejercer el poder explícito al que tienen derecho. Artur Mas, recién dimitido de su última responsabilidad, podría escribir un libro sobre los desplantes de su substituto en la presidencia, elegido a dedo por él mismo. De presidente de la Generalitat solo puede haber uno.

Las ideas de Puigdemont no coinciden

Las cábalas de Carles Puigdemont se contradicen manifiestamente con los razonamientos de sus colegas que se quedaron aquí y se presentaron ante la justicia pasando a prisión provisional, una medida considerada arbitraria por muchos juristas; en todo caso, de graves consecuencias personales. ¿Por qué Oriol Junqueras quiere estar presente a toda costa en el Parlament y Puigdemont lo considera innecesario? El ex vicepresidente alega en su petición para salir de prisión y poder asistir a las sesiones parlamentarias que la condición de diputado es de carácter insustituible e indelegable, mientras el ex presidente pretende defender su candidatura a la presidencia por videoconferencia o por persona interpuesta.

Carme Forcadell, al anunciar su renuncia a seguir siendo presidenta del Parlament, ha afirmado que la presidencia de la cámara debe estar libre de las presiones judiciales propias de los encausados. Siguiendo esta lógica, se supone que también la presidencia de la Generalitat debería ser ejercida por un gobernante liberado de tales presiones. Todos los investigados disponen de sus derechos hasta no ser condenados, sin embargo, la argumentación de Forcadell, similar a la utilizado por Artur Mas al dimitir de la presidencia del PDeCAT puede crear doctrina entre los afectados por la instrucción del Tribunal Supremo. Una lista que puede crecer mucho en las próximas semanas, cuando comparezcan ante el juez los integrantes del supuesto comité central del Procés.

El jinete solitario

Puigdemont es un jinete solitario y desbocado, así se refieren a él en la intimidad del partido sus compañeros, paralizados por la inflexibilidad exhibida hasta ahora por el líder de JxC, un grupo parlamentario con aspiraciones de convertirse en plataforma transversal independentista con o sin el PDeCat. El diputado belga cabalga a lomos de la legitimidad auto proclamada, de la resistencia a reconocer errores y de la negativa a renunciar solemnemente a la vía unilateral, su única prioridad es regresar como presidente investido para poder pactar con el Estado español los términos de su libertad; mientras, atiza diariamente a su pretendido interlocutor estatal con acusaciones de la mayor gravedad.

En su particular idea de lo que es un estado de derecho, el aspirante a la investidura se ha demostrado insensible hasta el momento a los múltiples mensajes recibidos: las declaraciones ante el Supremo de Jordi Sánchez, Joaquim Forn y Jordi Cuixart, rechazando la unilateralidad y aceptando los límites de la Constitución para seguir trabajando por el estado propio; las afirmaciones de Artur Mas subrayando la insuficiente fuerza del independentismo para hacer todo lo que quiere hacer, y la coincidencia de la mayoría de los investigados en buscar refugio en el anonimato del grupo parlamentario para no complicarse más la vida o para no condicionar el ejercicio de sus responsabilidades, cuando no abandonar la política, como en el caso del ex conseller Carles Mundó. Ajeno al resto del mundo, él cabalgando a su aire.