Lo ocurrido el viernes 27 de octubre en el Parlament de Cataluña ya dio muchas pistas. Aunque no se quería 'hacer sangre' desde los partidos políticos constitucionalistas ni desde los medios de comunicación no independentistas, hubo dos acontecimientos que indicaban que la proclamación dela república catalana se hizo sin la épica que requería el momento y sin valentía. El primero que se decidiera que el voto fuera secreto, y los independentistas lo explicaban sin ambages, aunque 'off de record' cuando se les preguntaba por qué no votaron a mano alzada. Su respuesta era: "Hombre, que nos enfrentamos a 30 años de cárcel". Y de esta forma por miedo a la actuación de los tribunales -por miedo, al fin y al cabo- Los diputados autonómicos de Junts pel Si, Esquerra y la CUP no se atrevieron a mostrar su sí a la a república catalana por la que llevan trabajando día y noche desde 2012.

República sin épica

El segundo acontecimiento fue que el President de la Generalitat se negara a pronunciar un discurso en el Parlament. No abrió la boca. Es inimaginable que la primera ministra escocesa no se dirigiera solemnemente a sus conciudadanos desde el parlamento o desde la sede de su gobierno en una fecha tan señala como el día en el que se proclamara la república de Escocia. Pero, cabe recordar también que los escoceses jamás se saltaron la constitución británica para convocar su referéndum en el que los independentistas perdieron.

Y para rematar la jornada negra del 27 de octubre de 2017, que pasará a la historia como la de mayor cobardía del independentismo catalán, mientras miles de personas celebraban en la Plaza de Sant Jaume la proclamación de la república catalana, pedían también que se arriara la bandera de España del Palau dela Generalitat. Nadie lo hizo. nadie se atrevió.

Dos días después algunos independentistas se olían que los iban a dejar tirados, así en la cuenta de Twitter de Oriol Güell i Puig se hace un pormenorizado estudio de cómo se evitaron las expresiones de declaración de independencia en el Parlament y de cómo, en el mensaje grabado para TV3 de Puigdemont el sábado 28 éste ni cita la palabra república ni independencia. Pero hay más

Huida a Bélgica

Bon dia 

Una publicación compartida de Carles Puigdemont (@carlespuigdemont) el

Es cierto que Puigdemont puede viajar a Bélgica dado que no pesa una orden de detención sobre él, pero es igual de cierto que se desplazó a Bruselas en secreto. Durante toda la mañana del lunes 30, medios de comunicación y políticos se preguntaban dónde estaba Puigdemont. Este había colgado a primera hora una foto del Palau de la Generalitat para dar los buenos días, pero esa foto se pudo hacer cualquier día. Finalmente fue el director de El Periódico de Cataluña, Enric Hernández, quien dio la primicia: Puigdemont estaba en Bruselas.

Después de provocar la mayor crisis institucional de 40 años de democracia en España, Puigdemont y los consejeros que le acompañan puede provocar otra crisis dentro del gobierno belga, además de una crisis entre Bélgica y España. La primera porque el secretario de Estado de Asilo belga, Theo Francken, ultraderechista condenado por los tribunales de su país a pagar una multa de 4.000 euros diarios por denegar asilo a una familia siria contraviniendo las leyes belgas, ofreció asilo a Puigdemont, pero fue inmediatamente desmentido por su primer ministro, Charles Michel.

Si Bélgica concediera asilo político a Puigdemont, como si España no fuera una democracia con un sistema democrático de pleno derecho, la crisis entre ambos países estaría servida y además Bélgica provocaría un serio problema dentro de la Unión Europea. Ningún país sensato de la UE se jugaría tanto por conceder la categoría de refugiado político a Puigdemont y los altos cargos que le acompañan. Y menos después del espectáculo que han dado.