Pese al duro trabajo hecho durante los últimos meses, las expectativas estaban muy bajas, aunque no tanto para el resultado final. Barcelona ha sido descartada en la primera ronda de votación como la nueva sede de la Agencia Europea del Medicamento, incluso por detrás de Bratislava. Y han empezado a volar los cuchillos.

Las reacciones políticas han sido instantáneas y especialmente se esperaba las provenientes de partidos políticos pro independentistas, después de que se les señalase por haber provocado con el desafió secesionista las dudas sobre la que se consideraba la mejor candidatura a nivel técnico y la única que presentaba una sede física ya construida para albergarla.

Pero desde estos partidos, lejos de hacer autocrítica, han continuado con el argumentario victimista señalando a Mariano Rajoy, la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña y la actuación policial el pasado 1-O, con la mala imagen que dio a Europa, como culpables de la decisión de no dar a Barcelona el más que suculento premio de ser sede de una de las agencias de la Unión que más movimiento económico y de empleo que más mueve.

El expresident de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha asegurado que, “hasta el 1-O Barcelona era la favorita” pero que el Gobierno español impuso un ejecutivo a la región, “los líderes civiles y la mitad del gobierno legítimo” fueron encarcelados, y “ahora podemos agregar empobrecimiento del territorio”.

En la misma línea también ha apuntado el portavoz de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, Alfred Bosch, asegurando que la candidatura de Barcelona la “tenía que defender Rajoy” y que “el único responsable es él”.

Con la misma idea y desde el mismo partido, así como fiel a su estilo en redes, Gabriel Rufián, ha reaccionado a los muchos mensajes que culpan a los independentistas de la pérdida para Barcelona: “El que pega te dice que la culpa es del que vota”.

Duro también ha sido el comentario del periodista independentista Toni Soler, señalando a “la violencia policial y la aplicación del 155” como únicos culpables de la decisión.

Quien ha intentado poner algo de paz a las reacciones ha sido la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a la que puede más puede afectarle políticamente la decisión de este lunes. La alcaldesa, cuya implicación en las negociaciones para atraer la AEM también ha sido puesta en duda y que hoy no ha estado en Bruselas, ha recordado que la ciudad condal “era la mejor candidatura a nivel técnico” pero que “ni la DUE ni el 155 han ayudado, menos ayudará que ahora unos acusen los demás. Trabajamos porque todo el trabajo hecho sea aprovechado por nuevos retos de futuro: Barcelona lo merece”.