Una cosa es el discurso y otra la realidad. Pese a la insistencia de Carles Puigdemont y sus seguidores de calificarle como un “exiliado”, la situación del expresident de la Generalitat se acerca más a la de un inmigrante presionado por la burocracia europea. Puigdemont tendrá que registrarse como residente en Bélgica si no vuelve a España antes del 30 de enero, al cumplirse 90 días desde su llegada a Bruselas.

Una fecha que coincide con el plazo que tiene el Parlament de Catalunya para elegir presidente, un cargo en el que Junts Per Catalunya quiere colocar a Puigdemont y para lo que ya cuenta con el apoyo de ERC.

Según cuenta La Vanguardia, la posibilidad de que Puigdemont se convierte en residente belga “no se contempla” por sus seguidores, puesto que quieren que “para esa fecha [30 de enero] él ya esté ejerciendo de president en Catalunya”.

Sin embargo, la agenda prevista de Puigdemont no cuadra, porque desde hace semanas que se ha comprometido a estar el día 30 en un acto del partido N-VA en Lovaina, al este de Bruselas, donde dará una charla sobre cómo “romper con la hegemonía socialista”.

Si finalmente su partido desiste en la posibilidad de investirle presidente, dado que a distancia parece complicado y tienen al Gobierno de España enfrente y, si vuelve al país, Puigdemont podría ser detenido, la burocracia belga estaría esperando a Puigdemont. Mientras, su partido tendría otras opciones para él: candidato al Parlamento Europeo, representante permanente de la Generalitat ante la Unión Europea o algún cargo diplomático de Cataluña.

Lo que no le exime de momento de afrontar la realidad. Porque la ley europea reconoce que los ciudadanos pueden circular por la UE de manera libre durante tres meses como máximo, aunque a los diez días de llegar a Bélgica, su normativa obliga a “declarar” la presencia en el país si no están “en un hotel, en prisión o en el hospital”.

No se sabe si Puigdemont realizó ese trámite, pero lo que es innegable es que a los 30 días de su llegada debe acercarse a la Comuna, el nombre belga para los ayuntamientos, donde tenga previsto residir. Allí deberá demostrar que tiene un domicilio fijo, a donde la policía acudirá para comprobar que de verdad vive allí y su nombre está en el buzón o en el nombre de la casa.

Luego, tiene que demostrar que está dentro de las categorías que prevé la ley: ser trabajador en nómina, autónoma o persona “con recursos suficientes” para vivir de manera autónoma en Bélica y tener seguro médico propio para confirmar que no supondrá “una carga para el sistema de ayudas sociales belgas”.