Carles Puigdemont ha pasado ya su tercera noche en la cárcel de Neumünster, donde ingresó el pasado domingo tras su detención. El expresidente de la Generalitat está en una celda individual en la que dispone de cama, escritorio, un armario, una televisión, un retrete y lavabo. Está recibiendo un trato suave con respecto al resto de presos ingrsados en este centro, que no tienen acceso a internet y tienen derecho a dos horas de visitas al mes previa solicitud. Según asegura El Periódico de Catalunya está pudiendo hacer llamadas diarias a su familia.

Puigdemont no tiene acceso a prensa que no sea alemana ni acceso a internet. Los reclusos, sin embargo, sí pueden conectarse a Skype bajo la supervisión de un funcionario.

Un edificio histórico

La cárcel de Neumünster fue construida entre 1901 y 1905 y acoge a reclusos en prisión preventiva o condenados por delitos menores, muchos de ellos por robo o lesiones. Está situada a 330 kilómetros al norte de Berlín, unos 100 de la frontera con Dinamarca y a 40 de Kiel, la capital del estado federado de Schleswig-Holstein. Hasta ahora, su preso más famoso fue el escritor alemán Hans Fallada (1893-1947), que estuvo allí en los años 20, acusado de desfalco y estafa. Contó su experiencia en el libro "Wer einmal aus dem Blechnapf frisst".

El centro tiene capacidad para 571 reclusos, 505 de ellos en régimen cerrado y 20 plazas que pueden utilizarse como clínica psiquiátrica de día. Cuenta con talleres en sus instalaciones, ofrece sus servicios a empresas y vende los productos que realiza a particulares, desde rejas para balcones o mesas de jardín a medida a productos de panadería y bollería.

El edificio está protegido como patrimonio arquitectónico aunque al recinto original se la han ido añadiendo edificaciones más modernas en un área cerrada por un muro de 685 metros de largo y 5,5 metros de alto.