Las negociaciones están atascadas. Al menos, momentáneamente. Junts per Catalunya y ERC han decidido darse un tiempo este jueves después de comprobar que no pueden cerrar un acuerdo completo para la distribución de la cúpula del Gobierno que quieren poner en marcha.

Tal y como confirman fuentes de la negociación, el papel que se pueda reservar para Carles Puigdemont está condicionando la distribución de competencias y atribuciones a la cúpula del ejecutivo. Así las cosas, el pacto parece que está casi listo, pero este escollo está provocando tensión entre los socios y que, de momento, las negociaciones hayan entrado en un receso.

JxCat y ERC aseguran que habrá un acuerdo, y que no tardará. Pero este jueves a media tarde algo no ha ido bien en las negociaciones y la tensión ha llegado a tal punto que las conversaciones se han levantado temporalmente. Ambas formaciones coinciden en atribuir el arrecife a la composición que finalmente podría tener la cúpula del Gobierno, representada principalmente por el presidente de la Generalitat, el vicepresidente y el consejero de la Presidencia, y su combinación con el papel de Puigdemont.

El dilema Puigdemont

Según fuentes de las negociaciones, JxCat pide otorgar al presidente cesado un espacio relevante, con poder de decisión y capacidad en políticas ejecutivas. Y, además, reclama que, tanto si es elegido presidente en el Parlament como si tiene un papel más simbólico en Bruselas y se inviste otra persona de JxCat,se reserven para él estas atribuciones potentes de las que ya disponía cuando ejercía desde la plaza Sant Jaume.

En función, pues, de si este papel de Puigdemont tiene más o menos peso al Gobierno y su margen de maniobra ejecutiva, las atribuciones de la vicepresidencia y la consejería de la Presidencia podrían cambiar. Se da casi por hecho que, si el Parlamento no se pudiera invertir el presidente cesado, JxCat escogería Jordi Sánchez, actualmente en prisión y por tanto sin demasiadas posibilidades de ejercer el cargo.

La vicepresidencia nadie discute que debe ser de ERC, con Oriol Junqueras restituido o con otra persona que escoja el partido republicano. La conselleria de Presidencia, por último, debería ser también de JxCat y, además, mantendría como en el Gobierno cesado, la función de portavoz del Ejecutivo. Con este esquema, dependiendo de las competencias que puedan reservarse a Puigdemont, la Vicepresidencia y el departamento de Presidencia podrían ganar o perder peso y poder de decisión.

Es esta distribución de atribuciones la que, hoy por hoy, parece que representa el principal escollo, junto a la insistencia de JxCat al intentar a través de la ley de Presidencia reformada una investidura de Carles Puigdemont. Con esta situación sobre la mesa, los independentistas habrían resuelto la mayor parte del acuerdo global al que querían llegar, pero han acabado atascando en el mismo escollo que tenían inicialmente: el papel de Carles Puigdemont. A pesar de ello, tanto JxCat como ERC se muestran seguros de que el acuerdo final llegará y atribuyen el receso en la negociación a las tensiones propias de los últimos Cerrellar de un pacto.