ERC y JxC juegan al ping-pong con las aspiraciones de Carles Puigdemont, sin que ninguno de los contendientes esté dispuesto a dar el golpe de gracia, limitándose a devolver la pelota al campo contrario cuanto antes.

Hay un acuerdo inminente, dicen a diario los portavoces de la candidatura de Puigdemont; lo estudiaremos con cariño, responden los republicanos para darles largas. Y así, hasta la renuncia del rival o hasta que los expertos dictaminen que el electorado independentista ya ha entendido que a pesar de haber hecho todo lo políticamente posible, la investidura de Puigdemont sigue siendo un imposible legal.

En este intercambio cansino y cuidadoso de golpes entre ERC i JxC, con el PDeCAT y la CUP de espectadores de primera fila y el gobierno Rajoy observando con prismáticos el desarrollo de la partida, los jugadores tienen bien presentes los graves peligros que acechan al primero que se equivoque. A saber: ser señalados como traidores al presidente supuestamente legítimo de avanzarse en pedir o proponer un candidato alternativo o ser inhabilitados por permitir el reconocimiento formal o la investidura de dicho presidente inexorable.

La partida es un espectáculo para concienciar a los votantes de las renuncias justificadas a las que deberán acostumbrarse, porque todos saben que la pelota acabará por incrustarse en la red o por no botar en la mesa reglamentaria y solo está por ver cual será el contendiente menos habilidoso, el que deberá cargar con la responsabilidad. Es cuestión de tiempo, precisamente el que necesitan unos y otros para reformular el viejo relato del independentismo épico, ajustándolo a la perspectiva de nuevas inhabilitaciones, cantadas por el ministro de Justicia, Rafael Catalá, al abandono resignado de la vía unilateral y a la renovación de la gran mayoría de sus dirigentes por una u otra causa, bien por la acción del Tribunal Supremo, bien por no aceptar algunos ningún otro camino que no pase por la desobediencia.

La cuestión es delicada para el independentismo institucional que se avecina: ¿cómo introducir el concepto del miedo al Estado en el nuevo discurso sin desmoronar la confianza de miles de votantes a los que se les ha prometido una y mil veces que nada en el mundo detendría las aspiraciones del estado propio? Conceptos como pragmatismo o realismo táctico ante la deriva autoritaria del maldito estado pueden ayudar a disimular el pavor existente entre la mayoría de los dirigentes a ser investigados por el TS, vista la doctrina imperante de la prisión preventiva sin contemplaciones; dichos conceptos pueden ayudar a matizar la razón del cambio, pero no el resultado, que será evidente para cualquiera. Oriol Junqueras se lo avanzó al juez, según la pertinente filtración: hay un recorrido amplio en el marco de la Constitución.

La fórmula que finalmente permita el desenlace del impasse ayudará a conocer el tono de la nueva literatura independentista y el grado de renovación asumida. Claro que todo puede quedar en nada si Puigdemont insiste en exigir nuevos sacrificios a ERC, entonces no habrá más remedio que repetir elecciones. De evitarse esta perspectiva que nadie dice querer (aunque no se sabe si Puigdemont tampoco), el alcance del propósito de enmienda quedará reflejado, sobre todo, en los nombres del nuevo gobierno, en especial el del presidente y el vicepresidente. Elsa Artadi y Marta Rovira encabezan las quinielas de momento. Las dos presentan diversos inconvenientes.

La diputada de JxC está muy escorada ideológicamente hacia derecha para gusto de la CUP; no será aceptada fácilmente por el PDeCAT, partido al que humilló rompiendo el carné de militante en cuanto obtuvo una plaza en la candidatura de Puigdemont, y se sospecha que podría ser una presidenta excesivamente dependiente e influenciable por el diputado instalado en Bruselas. En su lugar, algunas voces apuntan a la conveniencia de apostar por algún diputado con experiencia como alcalde.

La secretaria general de ERC, por su parte, acumula en su currículum algunos fracasos relevantes, el último, la desastrosa campaña electoral republicana; además, figura en la lista de próximos comparecientes ante el juez Llarena, con el peligro inherente a la cita. En su lugar, gana puntos Pere Aragonés, secretario de Economía del anterior gobierno autonómico, el único de la cúspide del departamento de Junqueras que no está siendo investigado.