Inma es catalana, tiene 48 años y lleva 21 en los Mossos d'Esquadra. Llegó a la Escuela de Policía de Cataluña en 1996, después de licenciarse en derecho en Zaragoza y de intentar lograr una plaza en el cuerpo jurídico militar.

Su vida era normal hasta que comenzó este 2017. Trabajaba, cuidaba de su hijo, “vivía feliz”. Nada particular hasta que en enero empezó la pesadilla. “Era día 6 y el Diario de Gerona publicó una noticia en la que decían que se investigaba si una mosso estaba detrás de una cuenta en la que se insultaba a Carles Puigdemont”, relata a ELPLURAL.COM. “Cual fue mi sorpresa que veo mi perfil de Facebook con la fotografía de mi hijo, que es menor, sin pixelar ni nada”.

Inma aclara a este medio que era su cuenta, pero no sus frases. “El 20 de noviembre se vino a vivir a mi casa mi madre, porque estaba muy grave y seguía un tratamiento para la hepatitis C”, comenta. “A pesar de su edad, controla bastante bien el ordenador. Ahora mismo constituye una parte muy importante de su vida. Comenta noticias y como no tenía su Apple, porque lo estaban reparando, no dudó en coger el mío”. Desde el perfil de Inma, su madre escribió en referencia al presidente de la Generalitat: “Muérete de hambre, desgraciado de mierda y capullo”.

“Su perfil personal es todo antisecesionista”, subraya Inma, pero escribe con su nombre y apellido. Y tiene una característica, lo hace siempre en mayúsculas”.

Pocos días después, el 13 de enero, “vinieron a mi casa y me dijeron: Denos la placa, la pistola y no vuelva a entrar en una comisaría”, comenta a este periódico la protagonista de esta historia.

Inma destaca que “Asuntos internos aquí es una división castigadora, no busca delincuentes dentro de los Mossos y depura responsabilidades”.

A partir de ahí la actuación fue de “acoso y derribo”. “Venían a mi casa todas las semanas vestidos de uniforme, notificación a mi madre,vecinos preguntándose qué habría hecho... Yo pensé que esto nunca me podría pasar. Hay veces todavía que despierto y creo que ha sido fruto de un mal sueño”.

Mientras se investigaba lo ocurrido, como medidas cautelares, “me suspendieron de empleo y sueldo dos meses”. Después se le trasladó a 140 kilómetros, a pesar de que alegó tener un hijo menor y una madre con una minusvalía.

“Mi caso les valió para dar un toque de atención a todos aquellos mossos que se pronunciasen demasiado alto contra el 'procés'”, recalca Inma. “Soy un poco la cabeza de turco de una situación tensa que había en los Mossos d'Esquadra”.

Son muchos los que quieren dejar el cuerpo. Ella también. “Ahora mismo estamos vendidos. Nos llaman contínuamente “fachas”, “traidores”, nos dicen que hay que “purgar a los mossos unionistas”, o que “A trabajar a Perpignán””. “A mi un inspector en mi comisaría me llegó a llamar colona inadaptada y desagradecida con Cataluña”, confiesa. “Yo soy catalana, de padres de fuera, pero catalana y a mí nadie me ha regalado nada”.

“Mi caso les valió para dar un toque de atención a todos aquellos mossos que se pronunciasen demasiado alto contra el 'procés'”

Inma asegura que todos los altos mandos del cuerpo son independentistas. “Hasta hasta hace muy poco muchos tenían colgada su estelada. Ahora la han quitado. Tienen miedo de qué va a pasar. Están viendo qué camisa se tienen que colocar, la amarilla o la roja. La gente tiene familias, hipotecas, … así que se pondrán del color que toque”. Exige al Gobierno, que durante muchos años “ha hecho la vista gorda”, una solución y una pasarela para que los mossos se puedan ir al Cuerpo Nacional de Policía o a la Guardia Civil.

“Queremos salir de este ambiente asfixiante”, en el que el sector soberanista “tiene todo en sus manos”. “Han invertido tanto, que tienen cogido todo. Hay muchos sitios donde solo hay pensamiento único”.

Inma se enfrenta a una infracción grave. Le piden siete meses de suspensión de empleo y sueldo, y “no tengo ningún seguro. Lo peor es que si lo hubiera escrito yo y lo hubiera hecho desde la comisaría, sí tendría una póliza que me cubriría”.

Los problemas, además, no han dejado de crecer. El pasado mes de junio, en un momento en el que “ya no podía más y había tenido que pedir que se llevasen un poco a mis hijos para poder llorar”, coincidió con su moto en un semáforo con una patrulla de los Mossos.

“Dije “Viva España”, hacia mím pero lo dije, así que bajaron la ventanilla y me hicieron repetirlo”. Le comunicaron que le iban a hacer identificarse. “Me pregunté si decir “Viva España” era ya delito y quise saber el porqué de la identificación”.

Inma acabó contándoles que también era mosso y “viendo mi DNI me reconocieron como la que había insultado a Puigdemont”. “Fue una situación horrible”, recuerda.

Los agentes han redactado una nota informativa en la que además de apuntar que “no estoy bien”, sostienen que ella se identificó como la autora de los insultos al president.

“Estoy metida en un berenjenal, no sé qué he hecho, qué ha pasado con mi vida. Hay gente que me ha dejado de hablar”, lamenta.

Dentro de todas las pruebas que tengo no se me ha estimado ninguna”. Posee una declaración jurada de su madre conforme escribió ella los mensajes, el censo que determina que vive con ella y la orden de reparación de su ordenador.

“Sería mejor que se me hubiese denunciado por sus palabras, unas palabras poco adecuadas”, reconoce. “El problema es que todas las críticas valen, salvo las que se dirigen contra ellos”, insiste, y recuerda que en marzo, cuando a la fiscal jefe de Barcelona Anna María Magaldi, la llamaron “hija de puta y fascista”, la Generalitat sostuvo que formaba parte de la libertad de expresión.

“Estoy metida en un berenjenal, no sé qué he hecho, qué ha pasado con mi vida. Hay gente que me ha dejado de hablar”

Inma lleva todo este tiempo de baja, “tomando antidepresivos”. Ha perdido más de diez kilos y ahora, además, le han detectado unos bultos en el pecho. Pese a lo terrible de la noticia, confiesa: “He deseado tener cáncer de mama para no tener que volver. Me va ser imposible. No sé cómo lo voy a hacer, pero no voy a regresar. “Ha sido tanto el daño”, subraya. “Han filtrado mi identidad, mi expediente, han dicho dónde trabajaba, qué categoría tenía … Hay foros en los que han pedido mi dirección, mi cara, mi fotografía”. Ha recibido “mil insultos como “zorra o hija de puta”, pero lo más triste ha sido “ver cómo tu propio cuerpo filtra todas las informaciones a la prensa”.

A finales del pasado mes de septiembre su abogado le informó de que su expediente había caducado y de que volvían a abrirlo porque disponen de dos años para hacerlo.

“Durante seis meses pueden estar abriéndolo y cerrándolo como quieran”, cuenta Inma, lo que me impide a mí acudir a los tribunales”.

A la espera de los acontecimientos, hoy más confusos que nunca tras este viernes negro, Inma trata de reponerse y bromea soñando con una vida en Málaga bailando sevillanas.