Todo empezó hace tres meses. Por aquellas fechas, ERC tanteó a sus diputados y consejeros sobre su predisposición a asumir todos los riesgos asociados a la desobediencia, ofreciéndoles todo el apoyo del partido si viniera al caso y hubiera consecuencias políticas y económicas. Todos aceptaron el desafío, mientras tanto, los diputados del Pdecat y algunos de sus consejeros se resistieron a manifestar tal predisposición. Algo parecido sucedió en la última reunión de la AMI, la asociación de municipios independentistas, algunos alcaldes de la vieja Convergència, se resistieron a concretar su compromiso. 

Finalmente, Oriol Junqueras, que desde hace tiempo se ha declarado dispuesto a firmar tantos papeles como convengan, planteó el ultimátum a Puigdemont, alegando que los plazos para preparar el referéndum se agotaban: los que no quieran asumir la inhabilitación deben salir del Gobierno.

Tres consejeros, todos del Pdecat, han decidido apartarse: la titular de presidencia y portavoz, Neus Munté; el de Interior, Jordi Jané, y la de Enseñanza, Meritxell Ruiz, además del secretario del gobierno, Joan Vidal. Han sido sustituidos en Presidencia y portavoz, por Jordi Turull, presidente del grupo parlamentario de JxS; en Interior por Joaquim Forn, concejal del Ayuntamiento de Barcelona y ex primer teniente de alcalde con Xavier Trias; en Enseñanza por Clara Ponsatí, integrante del secretariado de la Assembla Nacional Catalana. El nuevo secretario del gobierno será Víctor Cullell, antiguo director de análisis y prospectiva en el gobierno de Artur Mas.

Artur Mas y David Madí son los grandes proveedores de esta remodelación. A excepción de Clara Ponsatí, un guiño al papel de la ANC en el desenlace final del proceso, el resto de nuevos consejeros pertenecen al grupo de fieles del ex presidente, dirigido por su ex responsable de comunicación, conocidos desde 1998 como los talibanes de CDC o el pinyol (el hueso duro). Este grupo, formado inicialmente por Oriol Pujol (procesado por corrupción), Francesc Homs (inhabilitado), Joaquim Forn (ascendido a conseller) y Germà Gordó (investigado por corrupción), hizo posible el liderazgo de Mas en CDC y el cambio de posición del partido de Pujol hasta asumir plenamente el independentismo. Turull y Cullell ingresaron en el selecto grupo posteriormente.

El presidente Puigdemont compareció con el vicepresidente Junqueras para anunciar la segunda remodelación del gobierno en una semana. Una fotografía de reconocimiento a la victoria del líder de ERC en esta prolongada crisis hasta formar un equipo dispuesto a resistir “el asedio por tierra, mar y aire del Estado”, tal como definió la situación el presidente de la Generalitat en su comparecencia en el Parlament del pasado miércoles, cuando explicó el cese del consejero Baiget, por reconocer su escaso entusiasmo y confianza en la celebración del referéndum de 1-O.

Aceptada la dimisión de los timoratos o los escépticos, según se mire, el gobierno Puigdemont-Junqueras queda cohesionado para afrontar las semanas previas al choque institucional. Lo más urgente: la licitación directa de la compra de las urnas, que firmarán Junqueras y Raúl Romeva, el titular de Exteriores que ha solicitado tal honor por su condición de número uno en la lista de JxS en las últimas elecciones. Los plazos son muy justos para disponer de dichas urnas, pero el vicepresidente y desde ayer también responsable del Área de Procesos Electoral (hasta ahora competencia de Gobernación, a cuyo frente sigue Meritxell Borrás, cuya inhabilitación está en trámites previos y tal vez por eso sigue en el gobierno) se mostró ayer totalmente seguro de la llegada de las cajas de metacrilato o cartón a tiempo para el primero de octubre.

Con solo valientes a bordo, “los determinados a avanzar hasta el referéndum”, según el presidente, a partir de ayer, todas las decisiones del gobierno serán tomadas de forma corresponsable y solidaria por los consejeros. Puigdemont y Junqueras oficializaron el funcionamiento de un órgano de coordinación, en el que participan ambos junto al secretario del gobierno y el secretario general de la vicepresidencia); los cuatro dirigirán el día a día de la preparación del referéndum.