Tal y como estaba previsto, la ceremonia de la final de la Copa del Rey que enfrenta al Sevilla y el Barcelona por el primer título oficial de la temporada ha estado marcada por los pitos al himno español y las numerosas esteladas que han portada un sector de los aficionados azulgranas que se han dado cita en el nuevo estadio del Atlético de Madrid, el Wanda Metropolitano (que se estrenaba como sede de una final), un hecho que se ha vuelto ya rutinario siempre que el Barça está presente.

Varios sectores catalanes llevaban varias semanas exigiendo al Barça que utlizara esta final-la cuarta consecutiva para el club en esta competición- para protestar por la situación política que se vive en Cataluña. Por todo este conflicto, se esperaba que fuera una de las finales más politizadas de la historia.

Aunque en la retransmisión en televisión no han sido perceptibles, en el campo los silbidos se han escuchado desde el comienzo del himno nacional, hasta que el árbitro ha dado la señal para que los 22 protagonistas disolvieran la fila única que formaban y se marcharan a sus respectivos campos. 

Felipe VI  desde el palco del Metropolitano se ha mostrado tranquilo y sonriente. Este palco ha sido también noticia por la ausencia de tres nombres propios de la política nacional, Manuela Carmena, de viaje por Costa Rica con la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas, Ada Colau, que sí que estuvo en las dos anteriores ediciones,  y la mujer de moda, Cristina Cifuentes, que rechazó la invitación debido a la ausencia de equipos madrileños en la final.