Muy difícil va a ser para el president Mas y para los demás líderes nacionalistas gestionar la manifestación del 11 de septiembre. Sus campañas en pro de la independencia han calado en una sociedad que al igual que la española está cansada, agotada, deprimida y necesita una ilusión.

Han vendido con éxito un sueño, la independencia, y un millón de personas salieron a la calle. Pero sólo unos días después, Mas dice que lo importante es el pacto fiscal y que lo otro ya se verá. Mucho se juega el president con esta postura pues puede arrastrar a amplios sectores de la población al desengaño. Y eso además de inmoral es peligroso.

Frente a este estallido independentista nos encontramos con un nacionalismo español rancio, ignorante y casposo que no conoce ni a Cataluña ni a los catalanes pero que aparece por todos los rincones con actitudes descalificadoras y agresivas.

La declaración del Rey habla de quimeras y Rajoy de algarabías. Mejor estarían callados y escuchando en las urnas la voz de los ciudadanos.

Tras la importante manifestación del 11 de septiembre, los periódicos más importantes de tirada nacional salieron como hienas a desprestigiar a quienes piden independencia. Ahí tenemos el ejemplo de TVE y de la mayoría de los medios existentes.

En los últimos días surgen de debajo de las piedras informes que hablan de los espantos de una posible secesión o por el contrario, otros estudios que sólo encuentran ventajas. Pero nadie aporta reflexiones, análisis, tan solo datos más o menos especulativos. Lo que es evidente es que no podemos seguir en la misma dinámica que hasta ahora. No creo que la mayoría de ciudadanos de Cataluña votase a favor en un referéndum sobre la independencia pero tampoco creo que defiendan el modelo actual en donde desde el Rey hasta el último concejal piden unidad como imposición.

Y por imposición no se puede sustentar un matrimonio. A la corta o a la larga estallará el conflicto.

Cataluña tiene muchas razones para no sentirse cómoda y encajada dentro del Estado pero éste tampoco se lo pone fácil a Cataluña. Uno de los problemas es el desconocimiento y la ignorancia. Los más exaltados de ambas partes han viajado y convivido poco con el resto. Tanto en Barcelona como en Madrid se han creado muchas fábulas y tópicos respecto al otro.

Todavía no he escuchado una voz que intente acercar posiciones, que hable de diálogo, que busque las causas para solucionar los problemas. En Cataluña se calienta al personal para que radicalice sus posturas y en el resto de España se desprecia y ridiculiza a los que no se sienten españoles

Y ese no es el camino.

Mas ha creído que radicalizando su discurso iba a poder conseguir lo que en realidad era su meta a corto plazo: el pacto fiscal y creo que se ha equivocado. En primer lugar porque en Madrid han saltado las alarmas y lo van a recibir de uñas (y además viene a pedir dinero) y en segundo lugar porque ya veremos como cuenta a los manifestantes sus fracasos a largo plazo. A corto puede adelantar las elecciones y ganarlas por mayoría absoluta pero ¿qué pasará un año después?

Mientras tanto en el resto de España surgen voces desagradables, muy ignorantes, descalificadoras, toscas y fascistoides de lo que es Cataluña.

Antes de opinar es mejor conocer, porque es tan legítimo sentirse español, como catalán o ciudadano del mundo.

Mercè Rivas Torres es periodista y escritora