El PSC ha vuelto”. Con estas pocas palabras, de forma tan contundente como sucinta, comentaba José Zaragoza, la misma noche del pasado 26 de mayo, los resultados de las elecciones municipales. El correoso y ya veterano diputado socialista certificaba con su tuit el regreso del PSC a la centralidad política en Cataluña. Una centralidad que desmiente con absoluta rotundidad aquella en tantas ocasiones anunciada, y tan deseada y ansiada por parte de tantos rivales, desaparición definitiva del socialismo del espectro político catalán. Una vez más ha quedado demostrado que se equivocaban por completo quienes ya habían dado por muerto al PSC. El partido fundado y liderado por Joan Reventós después de un prolongado y muy complejo proceso de unidad de todas las organizaciones socialistas existentes hasta entonces en Cataluña -PSC-C, PSC-R, FSC-PSOE y PSPC- ha regresado al primer nivel de la política catalana.

Los datos electorales son incuestionables. Lo fueron ya en los pasados comicios generales, en los que el PSC se situó en segunda posición, con el 23,21% de los votos y una docena de diputados, a solo poco más de un punto porcentual de ERC, que con el 24,59% logró una quincena de escaños. Lo fueron más aún en las todavía más recientes elecciones locales, en las que el PSC revalidó su segunda posición con el 21,92% frente al 23,48% de ERC, porque en aquellos comicios los socialistas recuperaron gran parte de los apoyos perdidos durante los últimos años en algunos de sus feudos electorales históricos, en especial en el área y la región metropolitana de Barcelona.

Desde los mismos inicios de la Transición de la dictadura franquista a nuestro actual sistema democrático, la gran fuerza política e institucional del PSC ha sido su importante implantación municipal. Una implantación territorialmente diversa pero centrada muy en particular en la gran conurbación de la capital catalana, en la que residen más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña. Esta gran implantación local quedó en gran parte limitada a causa del impacto emocional causado por el reto secesionista, que provocó, también de forma emocional, una reacción contraria en favor de Ciudadanos. Aquella reacción hizo que el partido liderado por Albert Rivera, con Inés Arrimadas como cabeza de cartel, llegara a convertirse en la fuerza política ganadora en las últimas elecciones al Parlamento de Cataluña, aunque a la postre con ello solo consiguió pasar a ser el primer grupo de la oposición parlamentaria.

Después de las elecciones municipales del pasado día 26 de mayo, a pesar de haber perdido las alcaldías de dos capitales de provincia catalanas -Tarragona y Lleida-, el PSC ha recuperado gran parte de su poder local. Lo ha hecho en la ciudad de Barcelona, con un sólido pacto de coalición municipal con los Comuns de Ada Colau que -con la para algunos inesperada y sorprendente ayuda sin contraprestaciones de Manuel Valls y de un par de sus concejales-, y lo ha hecho asimismo en la poderosa Diputación de Barcelona, con una, aparentemente al menos, todavía más inesperada y sorprendente coalición con los diputados de JxCat, esto es los exconvergentes liderados desde Waterloo por el fugado Carles Puigdemont, con su vicario Quim Torra en Barcelona. En estos dos casos, conviene recordarlo, en detrimento de ERC, que se ha quedado sin las importantes cuotas de poder político e institucional, así como de presencia mediática, que le hubieran comportado tanto la alcaldía de la capital catalana como la presidencia de la Diputación de Barcelona.

Curiosamente, el PSC ha pactado también en muchos otros municipios con ERC y sobre todo en detrimento de JxCat, aunque también lo ha hecho a la inversa en muchos otros casos. Este es un dato muy revelador porque viene a demostrar que el PSC es, hoy por hoy, el único partido catalán capaz de negociar y pactar con unos y con otros. Esto pone en evidencia su centralidad en el amplio y muy diversificado espectro político catalán. Aunque a más de uno le pueda parecer una blasfemia o una herejía, el PSC se ha convertido, en lo que afecta a la centralidad, en lo que Jordi Pujol deseó y consiguió que fuera CiU: “el pal de paller”, el eje central y vertebrador de la política catalana. Habrá que ver cómo se concreta esto en las próximas elecciones autonómicas, que a buen seguro se celebrarán dentro de pocos meses.

José Zaragoza llevaba razón: “El PSC ha vuelto”. Y lo ha hecho de la mano de Miquel Iceta.