Agosto se echa encima y el gobierno central y el catalán están haciendo un esfuerzo de contención verbal y prestidigitación lingüística para alcanzar el tiempo muerto de las vacaciones sin romper ninguna expectativa. También la ANC cierra el curso con la presentación del programa de actos del próximo 11 de septiembre, señalando el objetivo – la aplicación del 1-O-, sin avanzar que piensan hacer si el ejecutivo de Quim Torra no les hace caso. O no puede hacérselo, porque Moncloa está dispuesta a jugar con el doble sentido de las frases, pero hasta cierto punto.

El orden del día de la comisión bilateral Estado-Generalitat es todo un poema. Los términos que no pueden figurar no figuran (presos o autodeterminación) pero en su lugar, los hábiles redactores de documentos políticos para consumo periodístico han conseguido dar con las expresiones que permiten a los portavoces respectivos señalar que se está cumpliendo con la voluntad de hablar de todo sin decepcionar a nadie. O a todos.

“La situación de las libertades en Cataluña” es uno de los puntos a tratar, en el bien entendido que para el gobierno central quiere decir lo que dice y para el independentismo significa que se va a poder hablar de los políticos presos, aun sin poder precisar de qué se puede tratar con el poder ejecutivo después que el Tribunal Supremo acabe de ratificar la prisión para los procesados. También se ha incorporado en el orden del día la referencia “a las vías de participación democrática”, lo que para unos es subterfugio de conversar sobre el derecho de autodeterminación y para los otros, no es más que una apelación a las modalidades participativas previstas en el Estatuto y la Constitución.

Están peinando al gato del conflicto esperando acontecimientos, con sumo cuidado de no despertarlo para no avivar las abrumadoras diferencias políticas de fondo, para no causar un daño irreparable a la leve esperanza creada en torno a un diálogo voluntarioso. Voluntarioso y extraordinariamente peligroso para los dos interlocutores por el juego de las interpretaciones calamitosas y alarmantes que puedan calar en las respectivas opiniones públicas por inducción de terceros, al más mínimo movimiento en falso.

De todas maneras, la apariencia de diálogo difícilmente podrá mantenerse por mucho más tiempo sin alguna concreción. Unos eventuales acuerdos que deben tener una mínima substancia política sin que puedan ser valorados como la simple ratificación de la vía autonómica. Resumido, literatura política afinada sobre pacificación de los contenciosos constitucionales, con algún compromiso financiero sobre atrasos económicos indiscutibles. Y si puede ser sin caer de nuevo en la tradicional polémica sobre el sentido de la transitoria del Estatuto que para algunos garantiza un nivel determinado de inversiones y para otros no es otra cosa que un desiderátum de buenas intenciones estatales.

Desde hace unos cuantos años, la política catalana vive pendiente del arranque de curso de la Diada del 11 de septiembre

Con el Parlament cerrado por las discrepancias entre JxC y ERC, inaugurada la temporada del pressing ERC por parte de la ANC y los comités de defensa de la República para empujar a los republicanos hacia la Crida Nacional de Puigdemont, con el presidente Sánchez con un pie en el precipicio de la minoría en el Congreso, con los tribunales persistiendo en el 3% de CDC y el PDeCAT, solo las vacaciones políticas pueden alargar esta etapa de transición hacia no se sabe muy bien a donde.

Desde hace unos cuantos años, la política catalana vive pendiente del arranque de curso de la Diada del 11 de septiembre. Al margen de la performance elegida para cada edición, asegurado el éxito de participación, quedaba por saber el mensaje de la ANC para aquella fecha. Ya se conoce: Fem la República Catalana (Hagamos la República Catalana), una reclamación para cumplir con el mandato del 1-O que Quim Torra y su gobierno han hecho suya desde el primer día de su mandato, sin ofrecer ninguna pista de cómo piensan materializarlo. Pedro Sánchez no les va a poder ayudar por muchas reuniones bilaterales que puedan celebrar antes del 11 de septiembre. Y con las siguientes tampoco, de seguirse celebrando reuniones.