Tal como están las cosas en España, no nos hacían falta muchas complicaciones para que empezaran a empeorar solo con que pusieran de su parte las idem en disputa tras las Elecciones Andaluzas del día dos de diciembre próximo pasado que nos sobresaltaron a todos con la emergencia de Vox en número de doce escaños y ese vídeo ecuestre que convertía las colinas andaluzas en campo de batalla surcado por los jinetes vencedores de los sarracenos de Al-Ándalus, no ya por el caudillismo astur-leonés de don Pelayo, sino por la iniciativa castellana vieja de don Rodrigo Díaz de Vivar en el papel de Santiago y cierra España como vencedor de la morisma filo-marxista.

Y así las cosas, a los andaluces nos ha tocado bailar con la más fea mientras los desbravábamos o nos desbravaban, lo que implica que tenemos fama de vagos y fuleros pero, a la hora de la verdad, somos nosotros quienes hemos tenido que acabar batiéndonos el cobre y cardando la lana para que otros se lleven la fama de haberlo hecho. Y vuelta a empezar…

Mientras tanto, se van aclarando los detalles de la votación y sabiendo que la causa principal de la debacle electoral de la izquierda y de buena parte de la derecha ha sido su abstención cobarde y masiva y la desunión que ha permitido a Vox entrar en el electorado como un cuchillo caliente en un bloque de mantequilla y así, cuando reclama más subvenciones para la fiesta de los toros y las ganaderías bravas, consigue separar reivindicaciones transversales y ponernos de acuerdo a favor de la tauromaquia a quienes la defendemos como una opción cultural compatible con lo que luego fue la izquierda (desde Goya a Picasso) y la derecha (desde muchos costumbristas y cronistas taurinos o toreros como Francisco Rivera o Enrique Ponce). Y estas posiciones son asuntos muy novedosos en el cuerpo electoral como en su día lo fueron muchas posiciones cristianas y católicas que proclamaron su compatibilidad con posiciones políticas originariamente de izquierdas como las demócratas y los socialistas y comunistas.

Esos desajustes, que en ocasiones comenzaron siendo antagónicos, acabaron siendo a veces superados y hasta desaparecieron con el tiempo, porque no solo se mueven las ideas sino también el electorado en su conjunto y los grupos sociales que lo forman lo que no es óbice para que otras muchas contradicciones se ahonden y radicalicen, como ocurre con Vox y los grupos auténticamente demócratas. Y esto será cada vez más o menos patente con el peso del tiempo y de los acontecimientos que empiedran granadinamente hablando la ancha calzada de la Historia de modo que, con el paso del tiempo, no sabemos dónde acabarán Podemos y los movimientos políticos afines.

Mientras tanto, los acontecimientos se siguen acumulando tras de las cosas y estas, ocurriendo también con nuevos matices y oportunidades que las renuevan y transforman hasta que acaban por influir con otros sentidos en las personas que las adoptan y en las cosas que las reflejan en un devenir dialéctico y dinámico en que nos ocurren los acontecimientos históricos y así les ocurrimos nosotros a ellos y cuando la Historia avanza,  es positivo y cuando retrocede, el proceso será  negativo, como igualmente ocurrirá cuando se anulen o limiten los derechos más justos de las mujeres u otras minorías o de los pueblos y sus grupos políticos que preconicen esas iniciativas y/o libertades. Por eso, ahora los grupos neonazis y de la nueva y rancia extrema derecha intentan negociar las palabras y proponen sustituir “violencia de género (masculino)” por “violencia intrafamiliar”).