Llevo años mordiéndome la lengua, pero se acabó. Como Camilo Sexto, ¡ya no puedo más! La puñalada por la espalda de Pedro Sánchez Traición a esta Gran Nación, pactando impunemente con quienes buscan malvender nuestra sangre, nacionalizar nuestro sudor, traficar con nuestras lágrimas, aliándose con quienes pretenden –lo dicen ellos sin disimulo– confiscar nuestros ahorros y arrebatarnos nuestras segundas viviendas para dárselas a negros y panchitos... todo ello me ha movido a abandonar mi vida muelle para darlo todo por España.

Era hora de volver al tajo nacional, a las trincheras de la patria, a los andamios de la nación. Aquí me tenéis, al pie del cañón, como Aquel cuyo augusto nombre quieren borrar de los libros de historia y desterrar del corazón de los españoles, Aquel a cuyos herederos quiere este vil Gobierno robarles el modesto patrimonio inmobiliario reunido durante 40 años de desvelos por la patria.

Hoy todas las manos son pocas, todas las voces son pocas para conseguir que vuelva de nuevo a reír la primavera en nuestra hoy tenebrosa España. No basta con el Gran Carlos Herrera –el de ahora, el de verdad, no el traidorcillo aquel de los 90 en Canal Sur–, ni basta con el portentoso Federico Jiménez Losantos, a quienes sus enemigos nombran burlonamente como Fededico para desacreditar con la ofensa a quien no pueden destruir con la razón.

¿Fededico, porque tiene un poco de frenillo? Vale. Ladrad, ladrad, perros bolivarianos, ¿acaso pensáis que vais a acallar al hombre al que ni siquiera pudo silenciar la justicia venal imponiéndole onerosas multas de decenas de miles de euros por haber cometido el delito de mantenerse –impasible el ademán– fiel a sí mismo y a España? Como diría la ferozmente perseguida Isabel Díaz Ayuso: ¡Ja!

Tampoco es suficiente con el aterciopelado Luis del Val (el de ahora de la COPE, no el de antes de la SER), ni basta con el “no siempre exacto pero siempre útil” Paco Rosell… Sus preclaras voces y sus brillantes plumas no son suficientes para conjurar los peligros que acechan a la patria en esta hora difícil. Por eso me uno a ellos desde esta tribuna que he querido llamar La Trinchera Nacional para que no queden dudas.

Escribiré de cuando en cuando mis invectivas desde la gran Andalucía, pero con vocación española, pues Una Sola es nuestra patria. Como tantas veces repite Santiago (el Grande) Abascal: una, no diecisiete.

España me necesita y aquí me tiene, alerta, vigilante, haciendo frente a los luceros la guardia que tantos otros, ay, han abandonado… Temblad, rojos trasnochados; escondeos, feministas procaces; ocultaos, nacionalistas felones; callad, varones planchabragas; huid, lesbianas vulgares... ¡Ha llegado Curro el Facha!