Contagiemos nuestra sociedad de futuro desde lo local. Ante la crisis que implica la pandemia del COVID-19 en todas las facetas y segmentos de nuestra vida, los poderes públicos y muy especialmente los ayuntamientos deberían hacer cuanto esté en sus posibilidades para ayudar a los sectores más afectados por la misma.

El segmento de la Cultura no puede ser olvidado en esta batalla contra la crisis. La Cultura no es solamente aquello que define a un pueblo, una serie de tradiciones, formas de entender y manifestar su arte, su visión ante el mundo... la cultura va mucho más allá y es para mucha gente un elemento que transforma la realidad con su trabajo y esfuerzo cotidiano. Una sociedad sin Cultura sería una sociedad abocada al fracaso, sin futuro.

El sector cultural en nuestra economía es muy importante, se contabilizan alrededor de un millón de familias que viven del sector. En la producción cultural participan infinidad de oficios y profesionales: sonidistas, luminotécnicos, guionistas, peluqueros artísticos, directores de arte, sastres, directores de teatro, actores y actrices, editores, escritoras, bailarines, coreógrafos...sin contar toda esa red empresarial y profesional de salas, teatros, cines...que generan un impacto real en la economía con multitud de puestos de trabajo. La cultura no es solamente esa pequeña élite famosa que nos ofrece la prensa rosa, y afortunadamente está compuesta por una gran red de trabajadores y trabajadoras que la hacen posible, como decíamos, desde el transportista hasta el impresor, desde el escritor al payaso...

Este sector cultural no puede quedar fuera de una estrategia integral por parte de la administración ya sea estatal, autonómica o local. Se tiene que abordar esto como un problema de conjunto de unos trabajadores y unas trabajadoras específicas, y como tales hay que darles una solución concreta. Y se tiene que abordar como un problema importante para que la pandemia no se lleve de paso nuestra propia identidad como país. 

Por eso la huelga del apagón cultural en las redes del 10 y el 11 de abril tendrá muy pocas consecuencias operativas, pero tendrá una repercusión grande en nuestra gente, sentida como trabajadores y trabajadoras que somos. Si se parase la cultura significaría que este país no se levantaría, porque sería una huelga total, porque formamos parte de la vida diaria de un país y si paramos es que también se ha parado el mundo. Hoy la gente podrá ver la tele y verá películas, o escuchar conciertos en programaciones radiofónicas, entre otas mil cosas que se pueden hacer. Evidentemente no se puede desconectar una sociedad de la cultura como no se puede estar un muchos días sin pan.

Como bien afirma ese manifiesto que anda por las redes "tres semanas de cuarentena han demostrado que la cultura tiene un papel esencial en el día a día de las personas, pero también han supuesto la peor crisis del sector en años, un sector que hoy se enfrenta a meses de incertidumbre, desamparo y precariedad" .

En el contexto municipal los Ayuntamientos puede iniciar acciones positivas ante la grave situación que pueden vivir nuestros artistas y agentes culturales, por lo tanto  habría que promover desde abajo  herramientas para combatir  esta crisis. Y ya hay algunos ayuntamientos grandes como Oviedo que mantiene la programación vía internet, y otros más pequeños pero no menos valientes, como el ayuntamiento de Campillos (Málaga) que va a celebrar la semana del libro de forma telemática. Este pueblo malagueño ni le caiga el diluvio universal se para ante las desgracias. 

Esto es sin duda una visión solidaria hacia  el sector, pero también una nueva situación que debe tener como todo paso en la vida, algunos riesgos y algunas ventajas. Por eso la actitud del Ministro de Cultura ha caído tan mal. ¿No están los políticos para mirar hacia más allá de lo inmediato y procurar el bien común? La respuesta ya la tienen, sólo se disculpa por una cita no entendida de Orson Welles y no ofrece ninguna medida concreta- Así que animemos a nuestra gente, al público, a los artistas, a los centros educativos... a que apoyen una lucha tan justa como que la cultura tenga un plan de rescate.

Algunos ayuntamientos se están planteando la  contratación de actuaciones y actividades bajo unas condiciones especiales y en versión on line, para mantener las giras y las programaciones, una forma de darle continuidad a la Cultura. El acuerdo económico con los artistas será en correspondencia a la nueva situación, atendiendo tanto el apoyo a su situación como a la del propio ayuntamiento. También se plantean el apoyo al sector del libro con la adquisición de fondo y promoción de la lectura. Así mismo la programación cultural en medios de difusión on line: presentaciones de libros, cuentacuentos, recitales,...Y esperamos que esta iniciativa se pueda extender por toda la geografia y así se contruya una red que salve a la Cultura de esta grave crisis. Haría falta una estrategia desde abajo, desde lo local, que ayude a superar e incluso afianzar una red para la cultura.

Ya algunos estamos cansados de tanto concierto solidario, de tanto recital anónimo...Ya es hora de arremangarse todo el mundo juntos para que no solamente sobrevivan aquellos artistas que trabajan para las multinacionales (si en esta aguantan claro, porque aquí se va a ver más de un numerito). Los trabajadores y las trabajadoras de la cultura somos mucha gente con una gran variedad de situaciones, en casi su totalidad, precarias. A este sector de la clase trabajadora nos tienen que dar respuesta los poderes públicos y también nos tenemos que concienciar como clase: los derechos no caen del cielo.
Desde mi humilde condición de trabajador de la cultura os animo a ello.

(*) Joaquín Recio es escritor y editor.