Un pueblo de 618 habitantes se ha convertido en el paradigma de lo que sucede en España. En los últimos años he escuchado repetidamente eso de que España se rompe, en referencia a un supuesto resquebrajo auspiciado por las fuerzas de izquierdas y el nacionalismo catalanista y euskera (de izquierdas y derechas). La derecha nacionalista españolista decía ver hendiduras por todas partes y se erigía en poseedora del 'tites' salvador.

Dicen esos a los que llamamos fachas que esos a los que ellos llaman rojos dividen a los españoles. Déjenme mostrarles un pequeño pero gran ejemplo de lo que sucede en este país llamado España. Villamayor de Calatrava es un pueblo de la provincia de Ciudad Real, que, según el Instituto Nacional de Estadística tiene 618 habitantes (a 23 de diciembre de 2010). Está a poco más de 10 kilómetros de Puertollano y a unos 30 de la capital de esa provincia. Su alcalde se llama Juan Antonio Callejas y es del PP. Su última decisión, en función de su 'contramemoria histórica' (hacer lo contrario de lo que dice la ley al respecto, pero yendo más allá), ha sido eliminar los nombres de Pablo Iglesias, Enrique Tierno Galván, Pablo Neruda y otros cuatro más de las calles del pueblo para sustituirlos por nombres tan "sonoros", en palabras del alcalde, según recoge El Diario Montañés, como 'Plaza de la Selección Española de Fútbol'. 

Lo hace, dice Callejas, porque se lo han pedido algunos vecinos, que, seguramente, no habrán leído nada o casi nada del genial poeta chileno. Si la calle se hubiese llamado Ricardo Reyes (Neftalí Ricardo Reyes Basoalto era su nombre real y completo) nadie hubiera puesto el grito en el cielo. Pero ni el alcalde ni el grupito de vecinos podían consentir de ningún modo que su pueblo dedicara calles a comunistas. Como tampoco iban a permitir por más tiempo que el fundador de la UGT y del PSOE tuviera un hueco en el callejero de esta localidad. ¿Qué es eso de tener en el pueblo una calle a un hombre que participó en la primera manifestación del 1 de mayo en 1890, pidiendo algo que ahora nos parece lógico y normal: no al trabajo infantil ni a la explotación de los niños; que fue el primer representante del mundo obrero en ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados; que, junto a muchos otros valientes, antepuso lo propio para luchar por los trabajadores, consiguiendo para las generaciones futuras (nosotros) gran parte de lo que disfrutamos? -Es un rojo y punto. -¡A la hoguera! Bueno, tranquilos, fachas, está muerto desde 1925. -¡Pues que muera su inteligencia! -No esperaba menos de vosotros. -¡A la hoguera también el sociata Tierno Galván y todos los sociatas! ¡Viva la Roja, mueran los rojos! -Lo flipo.

¿"Nada conocidos"?
La sustitución de nombres que pertenecen, por un lado a la intelectualidad, y, por otro, a la lucha histórica por los derechos de los trabajadores y que han contribuido al estado del bienestar (del que se benefician los trabajadores), responde a ese odio y miedo (!) hacia el librepensamiento que escapa a los dogmas y el control eclesiásticos. No censuro que no se le dediquen calles a la selección de fútbol española, al deporte que sea o una competición, pero sí que se haga sustituyéndoles por otras que refieren a un universal de las letras hispánicas o una figura histórica e ideológica de gran relevancia internacional, en nombre de unos pocos vecinos y de un alcalde que sabe mucho de muelas (Juan Antonio Callejas es odontólogo), pero que demuestra con su decisión poca intelectualidad histórica, política y literaria. Según este alcalde del PP, en referencia a Pablo Neruda, Pablo Iglesias y Tierno Galván, "son nombres de personas nada conocidas y que nada han hecho por el pueblo". Corto de miras y rebuznante, porque Pablo Neruda y Pablo Iglesias son universales -cada uno en su campo- y han hecho mucho más de lo que considera este alcalde no sólo por su pueblo, sino por gran parte de los pueblos del mundo.

Apología de la mediocridad
Es significativa, además, esta sustitución de la inteligencia por la superficialidad y recuerda a los preceptos esgrimidos por Kiko Argüello -quien está tomando cada vez más poder en la Iglesia y en la neoconservadora derecha española-, que preguntado por la preparación intelectual y académica de sus catequistas -que hacen las veces de psicólogos, historiadores, etcétera- responde lo siguiente, según recogió en 2008 El País: "¿Qué preparación van a tener? Una preparación maravillosa. En una comunidad no necesitan más; ni psicología, ni nada. Ya tienen las 3.000 páginas del mamotreto para realizar su misión". Muera la inteligencia, ¿no? El proceder de Callejas se mueve en esta línea de pensamiento, donde el conocimiento es inútil sino sirve para nada inmediato y en Villamayor de Calatrava sus 618 vecinos, ¿para qué necesitan a Pablo Neruda y a Pablo Iglesias, un comunista y un sociata? La mejor juventud ha de gritar: "Soy español, español, español". ¡Y punto!

Ayuntamiento de Huelva
Significativo también es que donde los nombres tengan que ser sustituidos, se pasen la ley de memoria histórica por donde la entrepierna pierde su nombre. Por ejemplo, en Huelva capital el Ayuntamiento (adivinen... ¡sí, del PP!) no elimina de su callejero el nombre de los alcaldes franquistas y los falangistas, manteniendo placas erigidas al dictador fascista Francisco Franco Bahamonde (en la barriada Pérez Cubillas, que fue un gobernador del "movimiento") o la denominación de barrios como José Antonio Primo de Rivera (que se abrevia en José Antonio y hay gente joven y no tan joven ya que piensa que era uno que tenía un puesto de pipas -¡la memoria histórica que gusta a la derecha!-) o Vicente Mortes, que fue ministro de Franco (y la barriada se levantó con los duros de los vecinos a través de una cooperativa y no con el oro del que vino del Moro). Etcétera, etcétera, etcétera.

¿Quién divide a quién? 
Cuenta El Diario Montañés que la decisión del alcalde de aquel pueblo de Ciudad Real ha dividido a los habitantes de este pequeño municipio. Y no me extraña. La justificación sobre que Pablo Iglesias y Pablo Neruda no han hecho nada por el pueblo, según esgrime Callejas, no resulta convincente, porque la Selección tampoco ha hecho nada por Villamayor de Calatrava y ahí le va la plaza. Además, la sustitución que ordena lleva implícito esa terrible grito de Millán-Astray.

Me llama, así mismo, mucho la atención que nada ocurre con este tipo de decisiones, que me recuerda a la que hace poco, a principios de este mes, tomó otro alcalde, Antonio Cerro, de otro pueblo de 600 habitantes, Poyales del Hoyo, en Ávila, quien trasladó los restos mortales de nueve asesinados por el fascismo a una fosa común y que luego justificó con estas palabras: "La fosa común es bastante más distinguida que la tumba de la discordia". ¿De qué partido es Cerro? Vaya pregunta. ¡Del PP! No ocurre nada con esto, que se toma como la defensa de la democracia y la libertad por parte de quienes nunca creyeron ni en la democracia ni en la libertad ni la defendieron.

Se acusa, por contra, a la izquierda de querer dividir a los españoles por cosas "tan agresivas" (parafraseo al SUP; léase mi anterior artículo en Izquierda Digital) como querer homenajear a los demócratas que fueron asesinados por los golpistas del fascismo y la dictadura, querer enterrar "como Dios manda" a los asesinados cuyos cadáveres se apilaron en fosas comunes en las cunetas, campos y cementerios; o decir la verdad de ese capítulo de la historia de España, tal y como hace el catedrático Vicenç Navarro: "Fue un régimen basado en el terror, con asesinatos políticos (por cada asesinato político que cometió Mussolini, Franco cometió 10.000), torturas (sistemáticamente realizadas en sus cárceles), campos de concentración y exilio. Aquel golpe fue realizado por los que falsamente se autodefinieron como los nacionales (la mayoría de sus tropas de ataque eran mercenarios y extranjeros, y su victoria se debió única y exclusivamente al apoyo extranjero de Hitler y Mussolini) que estaban en una 'cruzada' (cuyas tropas de choque, paradójicamente, eran musulmanas) y que supuestamente defendían a la patria (imprimiendo un enorme retraso económico, político, cultural y social al país). En realidad, era una minoría en contra de la mayoría de las clases populares de los distintos pueblos y naciones de España, lo cual requería el terror para su propia supervivencia. El terror fue sustancial en la existencia de aquel régimen hasta su último día".

Pues eso. El fascismo, como recuerda, otro catedrático universitario, Francisco Balaguer, "es un virus mutante y sigue vivo, sólo que hoy se expresa de otra manera: a través de la corrupción institucionalizada, del cinismo como método de acción política, del populismo y del descrédito del Estado de derecho”. ¡Y de la mediocridad y su apología!, advirtamos.

* Ígor R. Iglesias es periodista, humanista y lingüista