No es seguro que la imputación provisional en una causa de presunta corrupción en su ayuntamiento fuera el motivo principal de su fracaso para sustituir a Juan Ignacio Zoido como presidente del PP andaluz en 2014, pero desde luego que el ruido mediático y político desencadenado por aquella instrucción judicial fue un pesado lastre para la carrera política de José Luis Sanz, senador y alcalde de la localidad sevillana de Tomares.

Su condición de aforado ha salvado a Sanz de sentarse en el banquillo, pues la instructora del caso y la Fiscalía sí apreciaban en su conducta indicios suficientes de prevaricación y malversación.

Dos causas, dos archivos

Tras una primera exculpación en abril de 2015 por el Supremo, el alto tribunal ha dictado ahora un nuevo archivo. El primer sobreseimiento fue en relación a las retribuciones de 2.000 euros al mes pagadas por el Ayuntamiento de Tomares al popular Juan Campos, por unos informes sospechosamente breves que realizó cuando todavía no formaba parte del gobierno loal que dirigía y dirige Sanz.

El caso sería definitivamente archivado por la juez instructora dos años después, pero de aquella causa derivó otra, que es la archivada ahora por el Supremo, relativa a las adjudicaciones municipales a la sociedad Guerra 21 y otras empresas ligadas a esta. El tribunal devuelve las diligencias al juzgado de Sevilla que instruía el caso: el aforado Sanz queda libre de sospecha.

Sin procedimiento

En esta segunda causa se investigan las adjudicaciones a un entramado empresarial bajo sospecha porque habría logrado dichos contratos de servicios gracias, según la Fiscalía, a “la colaboración de personas pertenecientes al Consistorio, a sabiendas todos ellos de que en las adjudicaciones se iba a prescindir total y absolutamente del procedimiento legal o a desvirtuarlo en algún caso, fingiendo una concurrencia puramente virtual".

El archivo del Supremo afecta al senador y alcalde José Luis Sanz, pero no al resto de investigados que no son aforados, entre ellos los actuales concejales del PP Eloy Carmona, José María Soriano y Miguel García de la Rosa.

No firmó las facturas

En su declaración judicial Sanz aseguró desconocer que las empresas contratadas fuesen un entramado y siempre las mismas. El Supremo recalca que Sanz "no firmó las facturas presentadas supuestamente por trabajos no realizados ni consta que tuviera conocimiento de que, presuntamente, se estaba pagando por trabajos inexistentes".

En el primer archivo, de abril de 2015, la Sala II del Tribunal Supremo barajó argumentos similares para exculpar a Sanz: "No hay indicios de que el aforado sustrajera o consintiera que lo hiciera un tercero, caudales o efectos del Ayuntamiento, por lo que no se aprecian indicios de malversación de caudales públicos", decía entonces con contundencia el Supremo, que dejó bien claro que el contrato firmado por el imputado era legal, aunque su ejecución pudo no serlo, de lo cual él no era responsable.

Batalla por la sucesión

La posible imputación de Sanz había sobrevolado durante enero y febrero de 2014 el debate público en torno a la designación del futuro presidente del PP andaluz, cargo para el cual Sanz era sin duda el aspirante mejor posicionado, además de ocupar entonces la secretaría general del partido.

De hecho, solo unos días antes de que, merced a la influencia de Javier Arenas y Soraya Sáenz de Santamaría, Mariano Rajoy se decidiera por Juanma Moreno frente a José Luis Sanz, en el entorno de la calle San Fernando y en medios andaluces bien informados se daba por seguro que el alcalde de Tomares sería el elegido para sustituir a Zoido

¿Cuánto le perjudicó a Sanz su inminente imputación en la carrera por la presidencia del partido? No poco. Para el PP habría resultado muy embarazoso de defender la designación como presidente de un imputado –siquiera provisional– ante el Supremo. Aun así, la opacidad de Mariano Rajoy sobre sus criterios de elección hace difícil saber cuánto pesó en su decisión ese riesgo de imputación –que se se haría efectiva en abril de 2014 para quedar archivada un año después– y cuánto las enconadas pugnas e intrigas entre Arenas y Santamaría, por un lado, y María Dolores de Cospedal y Zoido, por otro.